Toco el timbre y espero a que Marta me abra la puerta. Oigo sus pasos apresurados y después de unos segundos la puerta se abre. Antes de que pueda decir algo, pongo el pequeño ramo de rosas delante suya y exclamo con alegría:
—¡Feliz primer mes!
Marta me coge del brazo y tira de mí hacia adentro, en un movimiento rápido me apoya en la puerta y estampa sus labios en los míos. Nos besamos con fuerza y fervor. Su lengua se adentra en mi boca, profundizando el beso. Traza mi labio inferior y lo muerde suavemente antes de alejarse.
—Feliz primer mes —susurra con una enorme sonrisa en sus hinchados labios.
Marta sube a dejar el ramo de rosas y coger su bolso. Hoy vamos a celebrar nuestro primer mes juntos. Un mes lleno de citas, besos, momentos increíbles, sexo, alguna que otra pelea que enseguida arreglábamos, y lo mejor, poder estar con ella como novios y no mejores amigos.
Ha sido el mejor mes de mi vida.
En el camino como siempre hablamos de cualquier cosa. Vamos a un centro comercial donde hay una parte de juegos.
Siempre nos ha en sentado ese sitio y más la zona de bolos, que es allí donde nos dirigimos.
Nos pasamos toda la tarde allí, jugando a los bolos, a los juegos de máquinas, charlando, lleno de risas y besos robados.
—Ya llevamos un mes así, escondidos y saliendo en secreto —comenta Marta. Hemos ido a un restaurante y estamos esperando a que nos traigan la comida—. Creo que deberíamos de decírselo a nuestros amigos y... a nuestros padres —dice en voz pausada lo último.
La verdad es que yo desde hacía unos días ya tenía esa idea en mi cabeza. Quiero decirle a todo el mundo que Marta y yo estamos saliendo. Poder besarla en donde sea sin estar pendiente de nuestro alrededor por si hay alguien conocido y mirarla libremente sin esconder mis sentimientos.
Estiro la mano por encima de la mesa, agarrando su mano. Acaricio su dorso y luego los entrelazo.
—Me parece bien, así podemos estar más relajados y disfrutar de nuestra relación —sonrío—, y poder besarte cuando quiera —añado levantando mis cejas repetidamente, haciendo que Marta suelte una carcajada.
Cenamos con una conversación amena, viendo las posibles maneras de decirles a nuestros amigos que estamos saliendo y sobre todo a nuestros padres. No sé cómo reaccionarían.
En el camino a casa, empezamos a hablar de nuestro futuro y de lo que queríamos hacer.
Siempre hemos conocido todo sobre el otro, yo siempre quise estudiar en otro país y sobre algo relacionado con la tecnología y Marta siempre le ha fascinado la química, hacer experimentos y esas cosas. Pero desde que empezamos bachillerato o desde hace más tiempo siempre que le preguntaba sobre Universidades o carreras, esquivaba mi pregunta o decía que no sabía.
No entendía si dudaba de qué escoger o si era otra cosa, teníamos que hablar sobre ello.
—¿Ya te has decidido a qué universidad quieres ir? —le pregunto mientras balanceo nuestras manos entrelazadas.
Giro para mirarla, tiene la mirada perdida y si no fuera porque vamos de la mano, creo que se habría parado o chocado con algo.
Le doy un suave apretón en la mano haciendo que reaccione.
Marta me mira y en su mirada no logro descifrar nada.
—Pues... —su mirada se dirige a nuestras manos entrelazadas y desvía la mirada—. ¿Ya lo has decidido tú? ¿Te irás a otro país a estudiar? —evade mi pregunta con otras preguntas.
—Sí a las dos preguntas, siempre quise estudiar en otro país, así de paso también lo conocería —contesto—. ¿Tú? —presiono.
—No sé —contesta escuetamente.
—Marta... —la hago parar y nos pongo cara a cara—¿Por qué siempre evades la pregunta? ¿No sabes a qué universidad quieres ir? ¿La carrera? ¿Tienes miedo de dar ese paso como cuando pasaste al instituto? —le lanzo todas las preguntas de una. Marta sacude la cabeza y niega.
—Todavía tengo que pensarlo. Dejemos este tema, Gabriel —suplica con un suspiro.
Niego con la cabeza sujetándola por los hombros.
—Siempre quieres que dejemos el tema, ya no. Quiero saber. No creo que la elección de carrera sea lo que te tiene así, siempre te ha encantado hacer experimentos y la química —le digo con voz dulce—. ¿Es porque tienes miedo del cambio? —pregunto otra vez, con voz más tranquila y suave.
—No, no es eso Gabriel —niega con la cabeza con una mirada triste. Me abraza por la cintura, escondiendo su cara entre el huevo de mi cuello y hombro—. No quiero separarme de ti —su voz suena amortiguada pero aun así la logro escuchar—. Tú quieres irte a otro país a estudiar y yo me quedaré aquí, estaremos a miles de kilómetros de distancia y ahora que estamos juntos como siempre he querido, no quiero separarme de ti —dice con la voz entrecortada—. No quiero —susurra con tristeza y dolor.
Abrazo fuertemente su pequeño y frágil cuerpo. Me duele escuchar su voz así, ver cómo le afecta esto. Sabía que esto sería un problema, pero también sé que lo afrontaremos.
Dejo un beso en su cabeza antes de separarla, sin dejar de abrazarla.
—Ni yo, pero no quiero que dejes tus sueños por mí. Sé que será difícil estar lejos, pero lo superaremos juntos —acaricio su mejilla con cariño y amor—. Aun cuando esté lejos de ti, no dejaré de amarte Marta —susurro antes de besarla.
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De todo un poco
De TodoAquí expresaré muchas cosas e intentaré probar con géneros que no me gustan o que no se me dan bien o que no creí poder escribir algo relacionado sobre ello. Relatos, historias cortas, frases, escritos y más. De romance, misterio, fantasía, suspens...