Historia corta #1. Parte 6

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Estamos en la habitación de Marta, tumbados en la cama viendo una película.

Parecería una tarde normal y corriente, como muchas de las que hemos pasado, pero no es así, porque hay un ambiente diferente, estamos abrazados de manera íntima y nos damos besos en vez de estar atentos a la película.

—No me cansaré nunca de besarte —susurra sobre mis labios antes de volver a atacarlos.

Nos besamos con voracidad, envolviéndonos en una batalla de quién besa más al otro, en la que nuestros labios compiten por quién es más rápido y feroz.

Sus dedos se enredan en mi pelo, mis manos bajan a sus caderas, nuestros labios se mueven al compás y el poco espacio que nos separa se nos hace demasiado grande.

Su cuerpo de inclina más al mío, casi poniéndose encima de mí. Atreviéndome, bajo las manos a su trasero y la acerco más.

Marta, sin separar nuestros labios, se pone encima de mí. Sus manos acarician mis mejillas, mi cuello y mi pecho. Muerdo su labio suavemente acariciando su trasero. Sus manos se cuelan por debajo de mi sudadera, tocando mi piel caliente.

El beso se vuelve cada vez más intenso. Me quita la sudadera y se queda observándolo con hambre. Sus manos acarician mi pecho y baja por mi abdomen. Levanta la mirada hacia mí, mirándome de una manera en la que me transmite de todo.

—Quiero hacerlo contigo —sube las manos lentamente por mi torso, deja sus manos en mi hombro y acaricia mi cuero cabelludo—. Quiero hacer el amor contigo —repite.

Beso sus labios, su nariz, su mejilla y su barbilla.

—¿Estás segura? —pregunto en un susurro sobre sus labios.

Asiente, mirándome con intensidad a los ojos.

—¿Tú quieres?

Mi respuesta es acercarla a mí y besarla con amor y deseo. Sus manos rápidamente van a mi pelo, intensifica el beso y lo profundiza.

Su cuerpo se mueve encima del mío, causando que una parte de mi cuerpo se sacuda y crezca.

Deslizo las manos dentro del jersey, acariciando la piel de su cintura y su abdomen. Subo las manos topándome con el borde de su sujetador, meto un dedo por debajo y acaricio la suave piel de su pecho.

Marta se remueve encima de mí, desliza sus labios por mi barbilla, besando mi cuello.

Le desabrocho el sujetador, dejando libre sus pechos. Los agarro y siento su pezón duro contra las palmas de mis manos.

Marta suelta un suspiro y presiona su entrepierna contra el bulto entre mis pantalones.

Los dos somos inexpertos, somos dos cuerpos y extremidades tocando y experimentando cosas y sensaciones nuevas.

Lentamente nos vamos desvistiendo, nuestras pieles desnudas se tocan y sentimos como nuestros cuerpos están abrasando.

Cambio nuestras posiciones, me coloco el preservativo y con mucho cuidado coloco la punta de miembro en la entrada de Marta.

Me coge del cuello y me besa con ansias. Lentamente voy adentrándome en ella, siento que hace una mueca mientras nos besamos, así que acaricio sus caderas, su cintura, sus costillas y beso sus pechos. Intento transmitirle tranquilidad y quitarle los nervios.

Siento como se va relajando poco a poco y ella misma me pide que siga y me mueva.

Lentamente me voy moviendo, entrando y saliendo de ella. Acaricio sus pezones, las beso, chupo y muerdo con suavidad.

Marta gime llena de placer agarrando mi pelo y tirándolo.

Intento moverme con más rapidez, pero lo único que consigo es moverme con torpeza, aun así, los dos disfrutamos y sentimos el amor, los sentimientos y todas las palabras que no nos hemos dicho en este momento.

El cuarto se llena de gemidos, de los choques de nuestras pieles, de suspiros cargados de placer, de susurros llenos de amor, de agitación y sudor.

En un punto Marta grita mi nombre y su cuerpo se estremece, llegando al clímax. Mi orgasmo está cerca, así que me muevo más rápido y soltando un último gruñido llego a mi propia liberación.

Ruedo a un lado para no aplastarla, me deshago del preservativo y acerco a Marta a mi cuerpo. Se apoya en mi pecho y lo acaricia.

Nos quedamos unos minutos en silencio con el único sonido de nuestras respiraciones oyéndose en la habitación.

Beso su cabeza apretándola más hacia mí.

—¿Como te sientes? —pregunto en voz baja.

—De maravilla —levanta su cabeza para mirarme y me muestra esa sonrisa que me encanta—. Ha sido...

—Desastroso —la corta en medio de su frase.

Marta se ríe, besa mis labios y dice contra ellos:

—Y especial.

Tiene razón. Aunque haya sido un poco desastroso, también ha sido especial. Los dos éramos inexpertos, hicimos lo que nuestro instinto y placer nos mandaba. Pero aun así, haberlo hecho con la persona de la que estoy enamorado y que me vuelve loco ha sido especial y maravilloso.

No importa si lo hicimos mal, porque aprenderemos a mejorarlo juntos. 





De todo un pocoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora