Historia corta #1. Parte 1

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MEJORES AMIGOS


Ya había acabado otro día de instituto. Estaba esperando en la salida a Marta para volver juntos a casa, ya que vivíamos muy cerca.

Nos conocemos desde que tenemos 4 años, cuando llegué nuevo a la escuela infantil y no conocía a nadie. Ella tan dulce y habladora fue la primera que se acercó a mí. Desde entonces nos volvimos cercanos hasta convertirnos en mejores amigos.

Después de todos estos años juntos, pasando momentos inolvidables, haciendo travesuras, escaqueándonos por las noches, pasando noches en vela hablando de cualquier cosa y muchas más cosas increíbles me fue imposible no sentir un sentimiento más poderoso que solo el amor de amistad. Me había ido enamorando lentamente de ella.

Nunca fui capaz de decírselo, me daba miedo por si ella no sentía lo mismo y cambiaba las cosas. No quería perderla, así que preferí guardar mis sentimientos para poder seguir junto a ella y no perderla.

Marta estaba tardando más de lo normal en salir, siempre que sonaba el timbre se quedaba hablando con amigas o compañeros y se distraía, supongo que hoy se le habrá pasado la hora.

Saco el móvil y le mando un mensaje preguntándola si está por salir. Un minuto después siento como me tapan los ojos y con una voz fingida y chillona pregunta:

—¿Quién soy?

Río a causa de la voz que pone y fingiendo pensar, digo:

—Mmm, ¿eres Laura?

Marta me quita las manos y me da un pequeño golpe en el hombro fingiendo molestia.

—Venga, vamos —dice mientras se hecha a caminar.

—¿Por qué has tardado tanto? —pregunto mientras la alcanzo.

—Estaba hablando con Luis —responde encogiéndose de hombros—. ¿He tardado mucho?

—Sí, bastante —miro su cara en busca de algo, pero solo está cambiando tranquilamente entre la multitud de gente que se va aglomerando en la boca del metro—. ¿Y de que hablasteis que te entretuvo tanto?

—Me preguntó si tenía la tarde ocupada o si tenía libre algún día de estos.

—¿Te pidió una cita? —mi voz sale un poco más alta de lo que pretendía, pero no importa ahora mismo. ¿Luis le pidió una cita?

Yo ya había notado que a él le gustaba, incluso se lo mencioné unas pocas veces a Marta, pero siempre dijo que no podía ser cierto y que solo eran buenos compañeros.

Marta me mira con cara "¿tú eres tonto? ¿Como me va a perder una cita?".

Pasamos por la puerta del metro y nos dirigimos a la línea que nos corresponde.

—No, claro que no tonto, ¿cómo me va a pedir una cita?

—Te ha preguntado si tenías una tarde libre, ¿para qué va a ser si no es para quedar contigo? —le hago saber. ¿Acaso no lo nota?

—También podemos quedar como amigos —dice mientras se ajusta la mochila, me mira de reojo y dice—. Como tú y yo.

El tren llega a nuestra parada, nos apresuramos a llegar a la puerta y a empujones conseguimos entrar.

Quedar como amigos. Como tú y yo. Amigos. Somos amigos, pero yo quiero que seamos algo más. Me duele que solo piense en mí como su mejor amigo, pero es lo que hay. Yo tampoco he hecho nada para cambiarlo. Porque me da miedo y soy un cobarde.

En el pasado hubo varias veces que quise decirle mis verdaderos sentimientos, pero ella siempre mencionaba una y otra vez que era su mejor amigo, su leal compañero y me echaba para atrás.

Desde entonces supe que lo que ella y yo sentía no era lo mismo, y que tenía que guardar mis sentimientos para no romper nuestra amistad.

El resto del camino hablamos de otra cosa, que tal nuestro día, si ha pasado algo relevante o interesante en la ausencia del otro. Le molesto varias veces sobre Luis, aunque en mi interior estoy que no puedo. Pensando y suplicando que Marta no vaya, ya que todavía no le ha dicho nada.

Ya sé que suena egoísta, pero es así como me siento. Muchas veces pienso que si no siente nada por mí deberé respetar su decisión y que salga con otros chicos, aunque me duela, pero luego esta mi lado egoísta, que solo la quiere para sí mismo y me pongo celoso de los chicos que la invitan a salir.

Ya habíamos salido del metro, caminando hacia nuestras casas, que estaban cerca, solo había una casa entre las nuestras.

Estábamos en silencio, disfrutando y aprovechando el aire fresco que soplaba y aprovechándolo ya que en nada se acercaría el calor.

Sentía la mirada de Marta sobre mí, me giro hacia ella y la pillo mirándome.

—¿Admirando la belleza? —pregunto con arrogancia, pasándome la mano por el pelo.

—¿Que belleza? —Marta mira a su alrededor, como si buscara algo—. Ah, yo —se señala a sí misma y sonríe. Una sonrisa que me encanta.

Le revuelvo el pelo, ya que sé que le molesta.

—¿Tú? Con esos esos pelos y Eda mirada molesta pareces más una bestia —sigo molestándola. Ella me frunce el ceño y me saca el dedo corazón.

Camina más rápido mientras se ordena el pelo. La alcanzo enseguida y le pasó un brazo por los hombros, abrazándola hacia mí.

—Sabes que aun así estás preciosa —le digo sin mirarla, porque si la miro verá todo lo que escondo.

Me pega flojamente en un costado y pasa un brazo por detrás de mi espalda, abrazándome.

Así, medio abrazados y yo sintiéndome feliz de este momento, caminamos hacia nuestras casas. 

De todo un pocoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora