Darkness +21 (1) |En edición|

† Capítulo 19 †

|Alaia|

Miro por el retrovisor la fila de autos detrás de nosotros antes de que nos detengamos en la entrada atestada de guardias, los cuales abren mi puerta y me ayudan a salir. Las luces de las cámaras inmediatamente chocan conmigo mientras camino por la alfombra roja, adentrándome al lugar.

El romper de las olas resuena detrás del edificio ubicado en la costa, mezclándose en una aleación perfecta con el cielo nocturno. Mientras me voy acercando, el bullicio de las personas aumenta en una sintonía unánime.

Cuando atravieso las grandes puertas de madera pulida, la luz del lugar absorbe toda oscuridad eliminando la penumbra detrás de mí. Examino brevemente la estancia con una sonrisa coqueta antes de seguir mi caminata. Mis hombres están camuflados como meseros, guardias del lugar u otro oficio. Como hoy vengo como la hija empresaria de Fabrizio Ferrara es necesario guardar las apariencias.

Aunque muchos de aquí son mafiosos o empresarios delictivos, no estamos totalmente en nuestro terreno. Mi mirada recorre el techo blanco del cual cuelgan grandes candelabros, las paredes pintadas de un fino color beige y la temática elegante del evento. Una pequeña tarima se encuentra de fondo, al lado del balcón que permite la vista al mar. Mi vestido empedrado con joyas blancas, se balancea con mi caminar y refleja la luz que lo proyecta.

Tomo una copa de champagne de uno de los meseros antes de verificar el trago y beber de él. De inmediato soy rodeada por varias personas las cuales me dan sus saludos y buenos deseos. También cruzo palabras con el anfitrión del evento el cual alaba mi vestimenta y mi belleza, mientras me guía por todo el salón presumiendo de mi compañía. No puedo evitar la risa que sale de mi interior con algo de coqueteo. Se despide y sigue su recorrido por el lugar, mientras me dirijo al balcón para dejar que la brisa de la noche me llene y deslumbre mis ojos con la braveza del mar. Tengo la sensación de que un aire melancólico me rodea el día de hoy.

—Alguien como tú no debería estar sola —comenta una voz a mis espaldas, me giro con premura reconociendo aquella voz. Sus ojos esmeralda me devoran con la mirada con una lentitud palpable y latente.

—Nunca estoy sola —contesto sin expresión alguna. Los recuerdos del accidente vienen a mí y recuerdo como me salvó la vida. — ¿A caso me estás siguiendo? Porque te encuentro en todos los jodidos lados.

—Para ser una dama tienes una boca muy sucia —comenta con media sonrisa antes de encaminarse a mi lado con porte relajado pero imponente.

— ¿Deseas liberarla de las impurezas que la abarcan? —le devuelvo con una ceja alzada.

—E insolente.

—No esperes una sumisa de mi parte.

—Lo sé.

Lo miro por varios segundos antes de voltearme al frente y apoyar mis manos al barandal.

—Gracias por salvar mi vida aquel día, llegaste en el momento más apropiado. —Comento con una intención oculta, y es saber que esconde este tipo. No puede estar siempre en el momento adecuado para mí.