A punto de cumplir el sueño de casi toda chica: mudarse a Norteamérica y tener una vida con un amor de película.
Ella tiene una gran imaginación, es un poco (muy) tonta pero podría traer a todos los chicos locos si ella quisiera.
¿Por qué a él no?
—Antonella, llegaron tus paquetes. - abrí un ojo al escuchar a mi mamá gritar desde la planta de abajo. Me levanté y bajé las escaleras encontrándome con cajas dentro de la casa. Y así pasé mi día, ordenando mi cuarto, lavando la ropa, y escuchando música.
Mi semana pasó tranquila, no salí demasiado, pero conocí algunos lugares. Ahora era domingo, y mañana tendría que ir a clases. Después de darme cuenta de que no era tan fácil como pensé y que extrañaba a mi familia más de la cuenta estaba muy nerviosa. Ya había elegido el outfit para el primer día: pantalón caqui, una camisa con estampado de autos y unos zapatos simples.
...
—Antonella, ¿Estás despierta? - escuché a mi mamá gritar, a ella de verdad le encanta gritar. —Sí. - dije saliendo de bañarme.
Miré la hora en el reloj de la pared; 7:00 a.m. No era tan tarde, tenía un poco de tiempo. Caminé hacia mi cama, tomé mi ropa interior y me puse, apliqué crema humectante y coloqué mi pantalón y camisa.
Con estos puestos, me senté en la peinadora, coloqué crema humectante también en mi cara, luego una tinta, corrector, polvo translúcido, hago mis cejas y estaba lista con el maquillaje. Había intentado hacer rulos en mi cabello días antes pero ya se me habían caído casi todos, solo quedaban unas ondas que peine para luego ponerme los zapatos, un poco de perfume y una plaquita de oro que tengo desde hace bastante.
Tomé mi bolso que ya estaba preparado desde hace dos días, y bajé las escaleras, y me ví en el espejo y decidí hacerme una media cola, y me senté en la mesa, con mis papás desayunamos y salimos de la casa y entramos al auto. Mientras me llevaban me quité la cola y dejé suelto mi cabello.
...
—Entonces, subo las escaleras hacia la derecha y piso 9 salón 3 ¿No? - dije todavía confundida. El director me miró burlón.
Había llegado a la escuela y estaba en la oficina del director buscando mi horario y preguntando dónde quedaba mi primera clase.
—Te llevaré porque dijiste todo al revés. - dijo negando, supongo que piensa que soy un desastre y no está muy lejos de la realidad.
Caminamos en silencio fuera de la oficina. El director es amable, le encantan los latinos. Subimos las escaleras y llegamos a un salón que tiene un número 9. El director abre la puerta y me deja pasar.
—Buenos días, alumnos y docente. - dijo él. —Ella es su nueva compañera de clases. - todo el que no me había notado aún miró hacia mí. Fue realmente incómodo. —Voy a asignar a alguien para que te muestre la escuela. - dijo en tono bajo nada más para mí. —Violet, le mostrarás la escuela a tu compañera, por favor. - La chica llamada Violet sonrió hacia mí, era muy linda. —¿De verdad todos ellos tienen mi edad? - pregunté incrédula, no era que yo sí luciera como de 16 pero ellos se pasaban, los chamos parecían unos modelos y las chamas unos ángeles. —Sí. - dijo esta vez la profesora y el director se retiró. —¿Podrías presentarte, por favor? - preguntó amablemente.
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Venía practicando esto desde que me enteré que nos íbamos a mudar. —Soy Antonella Castro, tengo 16 años, soy venezolana y ya no sé que decir. - decepcion, eso siento, pensé que saldría mejor. —Okey, Antonella, puedes sentarte. - la profesora interrumpió mis pensamientos. Miré todas las filas de izquierda a derecha y me alegré al ver un asiento vacío en una de las fila pegada a la pared, ahí me senté y la clase transcurrió aburrida mientras miraba a todos los chamos de la clase. Esto es el paraíso. Estaba fantaseando como siempre y sonó el timbre, me levanté y recogí la libreta que había sacado para anotar cualquier cosa, la guardé junto con el bolígrafo que tenía. Cerré el bolso, vi hacia los lados tratando de visualizar a la chama que me iba a dar el recorrido hasta que sentí un toquecito en mi hombro y cuando volteé pude observar los ojos azules de la muchacha que me iba a dar el recorrido.
—Hola. - con una sonrisa en su cara me saludó. —Hola. - saludé yo, entusiasmada. Parece amable. —¿Vamos? Te llevaré a tu siguiente clase y en el almuerzo te enseñaré algunas partes de la escuela. - dijo haciendo que caminara fuera del salón. —¿No tienes la misma clase que yo? ‐ pregunté. —Lo más probable es que no. Déjame ver tu horario. - dijo extendiendo su mano para que le mostrara el papel. Comprobé que decía Química. —Yo tengo literatura, así que te acompañaré a tu salón y cuando suene el timbre te buscaré. ¿Está bien? —Claro, muchas gracias. —Ya llega... - el timbre sonó y no dejó que Violet terminara. —Bueno, tienes que ir a clases pero de todas maneras, gracias. - dije caminado hacia la puerta del salón, ella solo se despidió de mí con su mano. Crucé la puerta examinando el salón, eran mesones de dos personas, habían varios vacíos pero ahí lo ví. Había visto a muchos chamos bellos pero él me dejó babeando. Estaba solo, y yo de lanzada me fui a sentar con él. —Hola. - dije poniendo mi bolso en el piso. Me ignoró. O no me escuchó. —Hola. - dije un poquito más duro. —¿Eres sordo o tienes algún problema auditivo? - intenté no sonar ofensiva pero es que, chamo, así no es fino. Una intenta ser amable, bueno, ya me atraía el chamito pero ajá. —¿No ves que te estoy ignorando? Uhg, que molesta. - dijo exasperado. Entró la profesora. —¡Ay, pero que malhumorado! - exclamé un poco más bajo debido a la presencia de la profesora. —Hay que prestar atención. - dijo para finalmente mirar hacia el frente.
Uno que no me hace caso, ¡Me encanta!
Creo que es un buen candidato, me podría gustar.
Me pasé un poco de la clase pensando y mirando al chamo que tenía al lado y ni me sabía su nombre, el timbre me sacó de mi ensoñación, tomé mi bolso y vi que el chamo ya se iba.
—¿Por qué tan rápido? - pregunté llegando a su lado mientras cerraba mi bolso todavía. —No te incumbe. - zanjó. —Ni me has dicho tu nombre. - paró en seco. —¿Si te digo mi nombre me dejarás en paz? - tan solo moví mi cabeza asintiendo como una niña pequeña con una sonrisa traviesa. —Bien, te diré, te lo diré. Mi nombre...
🌻🌻🌻
Gente, ya está comenzando todooo. Espero que les guste.