Capítulo único.

801 98 78
                                    


Los ojos le ardían,su garganta dolía y las piernas no le daban más.

Estaba demasiado agotado como para seguir corriendo,pero no podía parar,no debía parar.
Todavía podía escuchar su nombre ser gritado con fuerza detrás suyo y no iba a ceder al cansancio ahora que había corrido tanto.

Pudo notar a lo lejos unos grandes arbustos darle la bienvenida para que se ocultara ahí,y eso hizo.
Entre todos esas hojas se acomodó rápidamente,haciéndose bolita mientras se tapaba la boca con sus manos temblorosas en un intento de callar sus hipidos.

—¡GON!

Tenía que controlar su llanto si no quería que lo atrapara,pero se le estaba complicando demasiado con todos esos raspones y cortes que tenía en los brazos y piernas.Dolía demasiado.

Pudo escuchar a su padre maldecir y golpear un árbol cercano,provocando que se estremeciera y dejara de tapar su boca para abrazar sus piernas con fuerza.Estaba asustado,estaba demasiado asustado.

Se quedó lo más quieto posible mientras lograba controlar su llanto,escuchando con atención si su padre hacía algún ruido que le indicara que se estaba acercando a él.

—¡Ging!

Pasos apresurados junto a una respiración agitada se hicieron presente.

Sabía de quien era esa voz,pero de tan solo recordar lo que pasó y las palabras que le había dicho esa mujer solo le provocaron ganas de llorar nuevamente.

—Lo perdí.

Dijo el adulto mientras se recargaba en el árbol que había golpeado hace unos minutos,se podía notar el cansancio y enojo en su voz.Daba miedo de tan solo escucharlo.

Escuchó como la pelirroja le decía minutos después que no se preocupara y que volvieran a casa,eso había terminado de romper las pocas esperanzas que tenía el moreno de que al menos ella se siguiera preocupando por él como lo hacia antes de eso.

Nunca debió abrir la boca.

Los adultos se terminaron yendo,dejando al menor solo en ese inmenso bosque.

Cuando estuvo seguro de que ellos ya no estaban cerca se tranquilizó un poco,dejando de abrazar sus piernas para recostarse en la tierra húmeda,cerrando sus ojos para respirar profundamente y no romperse a llorar.Estaba demasiado cansado como para hacerlo y acabar con las pocas energías que le quedaban.

Tenía frío y de seguro sus brazos y piernas seguían sangrando. ¿Qué iba a hacer? No tenía a donde ir y no quería volver a esa casa,al menos no por ahora.

Dejó que su cuerpo se relajara unos segundos,estirando sus piernas y brazos mientras sentía como las hojas le hacían cosquillas al rozarle suavemente la piel.

—Killua...

Fue lo único que pensó que provocó una sonrisa en su rostro.

Sabía que ahora mismo debería estar llenándole de llamadas;preocupado.Una lastima que dejó el teléfono en su cuarto y ahora no tenía como comunicarse con él de ninguna forma.

Se rió sin gracia por la suerte que tenía.

Sus ojos estaban empezando a pesarle,el cansancio estaba consumiéndole lentamente pero ahora no podía dormirse,no ahí en medio de un bosque.
Con las pocas fuerzas que le quedaban se levantó y salió de los arbustos en los que estaba,echando un vistazo a sus piernas para mirar todos los raspones y la sangre que comenzaba a secarse en su piel moreteada.No le quedaba de otra que aguantarse y caminar aunque le doliera.

Antes de comenzar con su caminata arrancó una parte de su camisa para amarrarla a su brazo,así evitando que el corte más grande que tenía ahí dejara de sangrar tanto.

No salió como esperaba. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora