Capítulo único

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Caminaba por el bosque como si supiera donde iba, y probablemente, si no la conocieras lo parecería. Pero para qué mentir, era una cría que no sabía ni lo que quería y en un momento de rabia había tomado la decisión de irse al bosque. Pensaba que estaría sola, pero cómo no, Erick no la dejaría respirar. ¿Era tan difícil querer ser libre o al menos sentirlo por una vez en la vida?

—¿No has caminado lo suficiente? Está muy oscuro, Coral, he tenido que poner la linterna del móvil, y se está quedando sin batería.

La morena paró en seco, pero no se dio la vuelta.

—Si no quieres estar aquí nadie te obliga. Me harías un gran favor si te largaras, la verdad —Dijo malhumorada Coral.

—¡Oh, tesoro! Si pudiera, estaría en mi casa con mi mujer, tomándome una taza de chocolate caliente. Lamentablemente, para comprarme ese chocolate, tengo que trabajar, y mi trabajo consiste en protegerte. Mi obligación es estar contigo, no puedo abandonarte.

La chica, demasiado mayor para considerarla niña, demasiado joven para considerarla adulta, maldeció en un tono de voz tan bajo que nadie podría oírla y siguió caminando sin mirar atrás.

—¡Venga ya! Ten un poco de piedad conmigo. Mi cuerpo no está igual de joven que el tuyo —Comentó Erick en un tono irónico, intentando tapar su creciente enfado.

La joven volvió a parar en seco, y en esta ocasión se dio la vuelta. Estaba de brazos cruzados y con los mofletes inflados. Tenía 16 años, pero seguía siendo una niña pequeña. Si pudiera ser, en sus ojos habrían llamas. Estaba enfadada, era un obviedad.

—Aunque no quieras admitirlo, eres razonable y tienes humanidad. Eres consciente que no me merezco esto, y tampoco quieres hacérmelo pasar —Dijo Erick intentando convencer a la joven de que volviera al coche. —Te conozco desde que usabas pañales, sabes perfectamente que, luego de esto, te vas a sentir mal. Volvamos al coche, seguro que en el camino a casa las ideas se te aclaran —Intentaba sonar conciliador, pero sabía que no había colado.

De mala gana, Coral comenzó a caminar rumbo al coche. Erick no lo contó como una victoria, aún quedaba mucho trayecto.

· · · · ◠◠

—¿A caso no le impone el bosque? ¿No sabe de los terrores nocturnos que hay en él? —Dijo un joven albino cansado de escuchar cada dos por tres a la muchacha.

—¿Le vas a prohibir tú venir al bosque cada vez que se enfada? —Preguntó con una gran sonrisa un joven que lucía una camisa blanca. Le encantaba escuchar las suplicas del guardaespaldas cada vez que la chica se escapaba.

—Solo es una chiquilla que no sabe controlar sus impulsos. Darle tiempo, estoy seguro que cuando menos nos lo esperemos dejará de venir aquí —Comentó sin darle mayor importancia un joven con una venda en los ojos.

· · · · ◠◠

—Coral, deberías de andar con más cuidado, ¿sabes?

Coral, la cual no había dicho ni una sola palabra durante el camino hacia el coche, soltó un suspiro.

—Es aburrido andar con cuidado —Comentó sin mucho entusiasmo mientras miraba el paisaje por la ventana.

Por un lado, Erick deseaba reprenderla, decirle que eso estaba mal, por otro, no se veía en condiciones para hacerlo.

—¿Te ha comido la lengua el gato? —Dijo picaresca Coral, la cual, seguía sin apartar la vista de la ventana. —Soy yo la primera en bromear con lo que soy. Puedes decirme lo que sea, sabes que no te haré caso igual.

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