Capítulo 45.

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Minutos después.

Desperté con un horrible dolor de cabeza. Gemí y levanté una mano para tocarme el cráneo. Al sentir el chichón me quejé y arrugué mi frente.

¿Con qué diablos me golpearon para dejarme así?, me pregunté. Fue allí que me alarmé.

Alguien me había atacado en mi casa.

Abriendo los ojos lentamente miré alrededor.

Estaba en el centro de la sala. Los muebles habían sido movidos hacia un lado al igual que la alfombra. Mis ojos se detuvieron en el hombre sentado a dos metros de mi.

Este tenía una chamarra negra con gorro puesta, pantalones oscuros y zapatillas del mismo color. Guantes de cuero ocultaban sus manos.

Supe quién era enseguida.

Dante se quitó la capucha y me observó detenidamente.

Con cierta dificultad me senté y observé al hombre delante que estaba más delgado desde la última vez que lo vi, más pálida y ojerosos. Aun así, el cabello rubio estaba limpio y ordenado hacia atrás. Parecía que había sido puesto así a propósito, de una manera pulcra y meticulosa.

Observé sus manos, en una tenía un cuchillo y en la otra un arma con silenciador.

Mierda, pensé, al parecer estoy en problemas.

—No te levantes —ordenó él apuntándome con el arma, solo me quedé en el mismo lugar.

—¿Qué haces? —pregunté luego de unos segundos, tranquilo.

Dante solo me observó, de arriba abajo varias veces.

—No logro entender —dijo él, su voz estaba carente de expresión, neutral y aburrida, eso por poco me hace estremecer por la preocupación.

—¿Qué deberías entender? —. Tenía que distraerlo, hacerle hablar hasta que se me ocurriera una idea o sucediera un milagro.

El hombre soltó un bufido.

—¿Por qué tú? —él se levantó —¿cómo es que un hombre como tu llegó a gustarle?

Dante caminó hacia mí y luego a mí alrededor.

—No nos parecemos en nada —murmuró.

—¿Deberíamos parecernos? —pregunté y observé alrededor suavemente, buscando algo que me ayudara, que me diera una idea.

—El hombre que estuvo con ella antes que yo era parecido a mí—. Lo miré enseguida—. Tiene predilección por los hombres rubios.

Ya no más, pensé.

—También por hombre inteligentes—. Alcé una ceja en su dirección—. Uno que hubiera sabido que algo así iba a pasar en algún momento y se habría preparado.

—¿Te desilusiona que no sea así?

—Me desilusiona que tú la hayas tocado—. Él arrugó su frente.

—Más bien que tú jamás lo vuelvas a hacer.

Dante se detuvo frente a mí, lo miré hacia arriba.

—Eso cambiara, pronto.

Él puso el cuchillo bajo mi cuello y el arma contra mi pecho.

—Cuando acabe contigo volverá a suceder.

No puede ser, pensé.

—En verdad crees que ella regresará a tu lado simplemente porque yo no esté.

Completamente SUYODonde viven las historias. Descúbrelo ahora