CAPÍTULO 1

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Muchas personas toman años en entender la lógica humana, la vida, la muerte e incluso la misma existencia.

Nunca pensé que mi vida cambiaría.

Desde muy pequeña me aferré a la idea de que no todo es para siempre, y que las personas cambian de la noche a la mañana.

Apesar de todos los problemas que me consumían no deje de ver el mundo con un brillo tan fuerte y cálido, un brillo que me provoca felicidad inmediata. Nunca pensé que fuera así pero creo que cuando alguien está roto la única manera de ocultarlo es con una sonrisa.

Más allá de los desiertos más ardientes, de mares más extensos, se encuentra un pequeño lugar donde las montañas se conectan con el sol y el espeso verdor de la naturaleza hace brillar nuestros ojos con un brillo de ilusión y amor. Era un pueblo de pocos pobladores y bajos recursos, tan solo era una niña pequeña de 8 años que vivía muy protegida por mis padres y hermanos, pues vivíamos en un pueblo con muchos conflictos y problemas, además era peligroso dejarme sola.

Al cumplir mis 10 años comenzó a pasar lo peor, una plaga de insectos venenosos invadió el pueblo. Esta plaga provocaba que los personas murieran de forma lenta y dolorosa, por lo que mi familia y yo evitabamos salir e interactuar con los demás, pero sabíamos que algún día se agotaría la comida y tendríamos que salir en busca de ella.

Mi familia estaba conformada por mi Padre Wilson, mi madre Daniela y mis hermanos Damián y Antonio. Cada día que pasaba comenzaba a morir más y más gente a causa de la plaga.

Todo estaba bien en nuestro hogar, hasta que la desesperación nos consumió al notar que nuestra reserva de alimentos comenzaba a agotarse poco a poco. Una mañana estábamos en la sala esperando a que mi padre llegase con más comida, pues había salido hace unas horas, después de conversar un rato entra mi padre alborotado a casa gritando que no hay donde conseguir más alimentos, lo que nos preocupo aún más, por suerte aún teníamos comida suficiente.

Un día a mi padre se le ocurrió la idea de salir del pueblo e irnos muy lejos aún lugar mejor, por lo que todos estuvimos de acuerdo con el!. Y así sin más tiempo que perder empezamos nuestro viaje.
Cuando apenas salimos del pueblo nos alegramos completamente y continuamos. Después de unas cuantas horas notamos que mi madre se cansaba muy rápido, lo que causó que nuestros descansos sean más seguidos.

Mi madre era una mujer de 48 años que en ciertas ocasiones sufría de ataques cardíacos lo cual nos preocupaba mucho, mi padre fue consciente del riesgo que corría mi madre al emprender este viaje, pero mi madre no quiso que continuemos en el pueblo, sino que salgamos de allí. Ya llevábamos 2 dias y 1 noche sin encontrar lugar donde quedarnos, un lugar cerca de algún pueblo y además solo quedaba alimento para unos tres días Más, por lo tanto comenzamos a apresurar el paso. En una tarde nos encontramos con un lago el cual debíamos cruzar, fue entonces que mi padre construyó una balsa en la que cabíamos todos y la puso a navegar, por suerte, el lago estaba tranquilo pero tras unas dos horas llegó lo peor, nos estábamos acercando a los rápidos y no había manera de evitar cruzarlos.

Mi padre, el más desesperado comenzó a remar e intentar desviar la balsa hasta la orilla, pero fue inútil. Todos estábamos asustados, pues sabíamos que talvez era nuestro fin, así que nos abrazamos en el centro de la balsa sosteniendonos entre nosotros.

Al llegar a los rápidos la balsa comenzó a balancearce de manera muy tosca golpeandose entre las rocas, hasta que se golpeó en una enorme, y fue ahí cuando todos caímos al agua. Yo sin saber nadar intente acercarme a mis padres que se alejaban por la corriente al igual que mis hermanos, entonces comencé a moverme desesperadamente hasta que sentí un golpe fuerte que provocó mi desmayo.

UNA CRÓNICA INÉDITA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora