Recordaba los momentos del ayer, aquellos que en su tiempo eran el camino a la felicidad, rodeado de personas que lo querían, le daban abrazos, marihuana, copete y confianza, pero solo era una pantalla al espejo que mantenían en sus ojos. Se quería reflejar en aquello que su cabeza no podía manejar, en aquellos que estaban lejos de su agonía, aquellos que se veían completos y plenos. Los celos, la avaricia, la lujuria, gula e ira lo movían paso a paso en esta senda con barro. Se fue a negro por un año luego de probar los colores del arcoíris en aquella sonrisa pálida de lo que fue en su pasado, vida. Al final de ese letargo, apareció un ángel, que solo era tal frente a sus ojos, le dedicó un tema de aquellos que salen del alma, melodía, compás, letras y percusión, con miedo y el corazón en la garganta se lo entregó, pero en ese instante sentía que no era el camino que debía recorrer, un paso atrás y seguir esperando. En aquel vació que dejó esa oportunidad de burlar al destino, el polvo se transformó en una diosa frente a las pupilas de este poeta frustrado por las inquietudes. Decidió dar una chance a aquellos ojos café de mirada cautivadora escondida tras las gafas de marco negro que perfilaba su silueta como si fuera más poderosa de cualquiera, pero aún así, la vaga candencia de su alma le prohibía acercarse a ese inventado olimpo. Más de un invierno le costó confesar todo lo que su mente anhelaba, amor. Sus miradas se cruzaron junto a un silencio, besos y caricias en la comodidad de un hogar se estableció una cercanía, sin embargo, no permanecieron juntos, el poeta vago nuevamente por los campos helados del infierno, tentando su suerte, su Diosa, aprendiendo sus poderes disfrutó lo que cualquier divinidad podría acceder. Una noche, 30, la Diosa ya venia de ver a este poeta todos los viernes, aquí comenzó su historia, no hay detalles, solo que la disfrutó por cinco meses, poco la verdad, pero no fue por que eran incompatibles, apareció un oasis en medio de este desierto florido que se llevó la atención, una osadía de avaricia le inundo el cuerpo a ver a una nueva diosa que deslumbró sus pupilas, abandonó a ojos café, fue por aquel verde que no lo dejaba dormir. Estas emociones que sentía estaban en sus actos, en sus emociones, incluso cuando estaba solo la imaginaba frente de él, bailando al compás de una copa. Se aventuró por esta travesía que le costaría la cordura, todo fue un secreto, entre ambas partes que juraron nunca volver a repetirse...
La vida continuó como si nada hubiera ocurrido, entre mentiras y un amor quizás inventado. Pasaron los años, los tragos, las fiestas, las peleas, las metidas de patas e incluso intentos de suicidio evitados, llegó a su fin esta historia inventada entre el poeta y la Diosa de ojos café, ella por su lado se encaminó lejos, él por otra parte, intentó acercarse a si mismo, pero, el destino le tenía otro camino preparado, el alcohol, las drogas y su mente turbia lo llevaron a cometer delitos, estos gatillantes lograrían arrebatarle aquella vida, aquella sonrisa que no volverá a ver. Frente al espejo se sienta este hombre, imaginando beber una botella de Whiskie, fumando un pucho, mientras la diosa se acerca a él, lo mima, lo abraza y al oído le dice "todo ira bien, no es tu culpa", sabiendo que si lo es. Su familia empezó a extrañarse de su comportamiento, dormía de día, vivía de noche escribiendo constantemente cuentos, poemas, que a nadie mostraba, sus amigos intentaban ir a visitarlos pero se escapaba por la ventana, incluso tuvo una pareja que buscó todas las maneras posibles de ayudarlo, pero solo se encontró con una pared, un cemento. Sus papeles manchados lo hacía creer el peor del planeta, pero jamás vió el apoyo que tuvo en bandeja para redimirse, seguían ahí para sostenerlos, pero a todos se nos acaba la fuerza.
Un día, luego de meditar, fue a comprar a una ferretería una cuerda, pasó por el minimarket de Jimena, "Cigarrillos y aquel whiskie por favor", pagó sin recibir su vuelto y se marchó. Llegó a su casa, era época de fiesta, sus padres salían, sus amigos también, él decidió quedarse en su cuarto como de costumbre de los últimos 10 años. Encendió el stereo, colocó Take on Me, se fumó la cajetilla, bajó el whiske mientras bailaba al compás de sus últimos latidos, "He vivido, pero a que costo!" se repetía gritandoce al espejo "Debes darte asco maldito mal nacido" , se decía mientras un escupo lanzaba a aquella imagen de él, las lágrimas junto a llantos llenaban aquel hogar, abrazó a sus mascotas, les llenó el plato de comida y agua, "sean felices". Subió a su cuarto, buscó en internet como hacer nudos, encontró con facilidad un tutorial que realizó en 20 minutos, escribio un par de cartas, y se dijo "ya, no hay vuelta atrás", con su enfoque no se dió cuenta que ya era de día, su familia estaba por llegar, aún así, la cuerda pasó por las vigas de la casa, el otro extremo lo ató a su cuello.
No fueron ni 15 minutos cuando entraron a su casa, el desesperado grito de su madre era un desgarro al cielo, no contestaba su teléfono y tampoco había rastro de haber hablado con alguien. La escena fue la siguiente, colgaba su cuerpo inmóvil a un metro del suelo, colillas de cigarro por todo su cuarto, la botella quebrada, vidrios en sus puños, otros en sus rodillas, su rostro parecía emitir una paz que fue detenida por la intervención de su familia. Los paramédicos contaron que si hubieran tarde un minuto más otra sería la historia, se salvó. Este muchacho entregado a la muerte volvía de ella. El tiempo pasó luego de la investigación policial de los hechos, se le hizo una evaluación psicológica y trasladado a estas casas de pacientes específicos. El tabaco y el alcohol fueron los primeros tachados de la lista de invitados a sus visitas, luego sus amigos que lentamente fueron desapareciendo, después de 5 años en aquel agujero, su propia familia decidió alejarse de él, no mostraba mejoras, solo hacía empeorar, las navidades le mandaban una carta y para su cumpleaños una de estas tarjetas con algo adentro. 25 fueron los años que estuvo en aquel corredor blanco, bandejas grises y risas ahogadas por las medicinas dadas por estos profesionales, él si bien pudo haberse recuperado a los meses de entrar, no se lo permitió, inventaba cosas a los doctores, "Veo gente muerta Doc, a su madre me dice que se la chupe" o incluso golpeo a una enfermera afirmando que fue Charles Mansos quién le dijo que lo hiciera en sus sueños, todo esto con el fin de obtener drogas medicinales contra su enfermedad. Ya no era novedad hablar de él en algunas pláticas de ex alumnos, de literatos e incluso en los clubes deportivos de los cuales participó cuando joven, era "El Loco", quien tenía los papeles manchados y su mente por las nubes, el lunático, el piteado. 2 años después, a la edad de 47 años fue dado de alta, sus padres abandonaron la casa por el constante acoso de grafiteros, protestante e incluso rateros, de sus hermanos no sabía nada, se cambió el nombre para evitar que lo encontraran. Cuando salió, decidió recorrer aquellos lugares que su vida marcó, fue a ver una película en taquilla, fue al teatro a gozar de una obra, por un almuerzo, un café helado, limonada y al final del día durmió en una plaza. No tenía a donde ir ni a quién acudir, aquel tiempo que pasó encerrado su voz fue agotada por el tratamiento de electroshok. Cuando iba en la locomoción alguién lo distinguió en la lejanía, "así que saliste no?, tranqui nadie más sabe que saliste, como estás?", esa voz en su cabeza pareciera causarle un ruido insoportable que solo optó por bajarse en la siguiente parada, aquella voz fue la última que escuchó antes de que sus visitas cesaran, aquellos ojos café de Diosa volvían para decirle "Tranquilo, todo ira bien" cuando en realidad no es así.
Caminó el resto del camino, saludó a unos cuantos perritos, con su seguro de cesantía compró lo que le pondría fin a ese viaje, una cajetilla y un whiskie. Fue a su vieja casa, abandonada y destruida, habían grafitis con mensajes hacia él, "Loco de mierda" "Hijo de ..." "Mereces morir". Se detuvo unos segundos, entró, pasó sus manos por aquellos rincones llenos de polvo, sus lágrimas recorrían esos recuerdos donde la felicidad lo golpeaba en la cara y ahora son aquellos mismos sentimientos que lo ahogan.
Subió a su viejo cuarto, se recostó en el suelo, miró el techo, gritó por casi cuatro horas, cuando la policía se había ido solo se encontró una cajetilla sin abrir y una botella de whiskie entera, algunos dicen que lo hizo para terminar su vida ahí pero esta vez no tuvo el valor, otros para cumplir una profecía y también para invocar una especie de demonio, la verdad es que su rastró se perdío, el mito creció y solo él sabe bien que fue de él mismo desde el segundo que su cabeza le jugó en contra. Los bosques lloran su perdida en la época de invierno, se ven en sus hojas sudar gotas de whisky y exhalar humo de sus raizes parecidas al tabaco, lo único concreto es que dejó una carta, las que fueron en su primer intento de ahorcarse fueron cremadas, desición de la familia para protejer a este individuo, pero esta carta fue leída por todos, la carta decía.
"A quien corresponda
Disculpas, por todo, por nada, y por aquello que estuvo en mis manos, quisiera viajar en el tiempo y haberme matado antes, pero cuando lo intenté, me detuvieron, no quise volver a intentarlo, decidí que todos se alejaran de mi, hasta los médicos, ahora estoy solo, era mi mayor miedo pero al final terminas encontrando lo que más huyes, ironía de la vida, espero que cuando lean esto mi nombre se haya olvidado, espero que encuentren la felicidad sin mi en sus memorias y que no sea un flash back del pasado horroroso que provoqué.
Atte, siempre de todos...
D.

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Historias breves
AléatoireRecopilación de breves historias creadas en momentos de gran estres.