Capítulo IV

130 15 3
                                    

《Preguntas con un café demasiado amargo》

JUNGKOOK

He faltado dos días a la cafetería solo porque Jimin no iba a atenderme...

Vaya dato perturbador.

Decir que tengo una excusa válida para algo como eso sería una gran mentira. Solo existe el hecho de que preferiría mil veces ser atendido por él y molestarlo, a solo beber café siendo acosado.

Por ese mismo motivo, mis pasos están siendo apresurados. Mis ansias por el café y por ver su hermoso rostro me están carcomiendo.

Después del almuerzo que habíamos compartido, él se fue de regreso a su universidad y yo directo a mi casa, sin embargo, el tenerlo cerca, oler su fragancia dulce y oírlo divagar me había cautivado.

Por lo tanto llegué a la conclusión de que quería acostarme con él. No tenía otra respuesta a aquella situación y la cercana luna llena me estaba afectando. Podría disfrutar de un sexo espectacular y luego deshacerme de su cadáver, pero había algo.

Un no se qué que me detenía ha hacerlo.

Quizás en una noche de insomnio me atrevería a indagar sobre sentimientos humanos en mi ordenador.

Mientras tanto podría divertirme seduciendo en pocos días (hasta la próxima luna llena) a este humano tan despampanante.

El local está ordenado y acogedor como siempre; sobre todo desolado como tanto me agrada.

Una mujer en sus treinta se acerca a mi mesa con un contorneo de caderas surgente.

— Buenas noches, caballero ¿Cuál será su orden?. — dice en un tono sensual.

Está guapa, podría liarme con esa tipa pero justo en este instante no es a quien busco. Precisamente estoy buscando a un chico rubio, bajito y de ojos celestes.

— Un café cargado, por favor. — respondo sin siquiera dirigirle la mirada. Ella asiente y se va, para nada satisfecha.

¿Dónde estás pequeño humano?

JIMIN

María regresa a la cocina enojada. No puedo enteder el por qué de su actitud hasta que comienza a chillar, roja por la molestia...o tal vez por vergüenza.

—¡No puedo creerlo! ¡Me ha ignorado!. — chilla rabiosa, cogiendo una taza de porcelana de la repisa. — ¡Ha ignorado mi sexy caminata!

Con que era eso.

Y yo pensando que un  cliente la había tratado mal.

— María estás demente, pensé que te había faltado el respeto. — bufé. Ella se giro con los ojos entornados.

— ¡No estoy loca, ese hombre es ciego!. — con rabia le puso demasiado café y poca azúcar a la bebida. — Ya veo por qué no te hizo caso.

Fruncí la frente con confusión ¿De qué estaba hablando?

— No me malinterpretes, Jimin. — se apresuró a aclarar. — No es que seas feo, pero si ese hombre no se fijó en mí, no creo que lo haga en ti. Y si me disculpas, no tengo ganas de volver a atenderlo, entregaselo tú. — me ordenó, entregandome el café y yendose a los servicios.

¿A qué mierda se refería?

JUNGKOOK

He oído cada palabra colérica de esa mujer y me ha causado mucha gracia.

Sobre todo la parte en la que aseguraba que nunca me fijaría en alguien como Jimin.

Tonta.

Oí el suspiro derrotado del peli rubio y próximamente el sonido de la puerta de la cocina abrirse.

Su lindo rostro me recibió como debía haber sido desde un principio. Él aún no subía la mirada, por lo que aún no se había percatado de mi presencia.

Hasta que llego a mi mesa.

— Hola. — lo saludé con cortesía.

Casi derrama el café sobre la mesa al oír mi voz.

— Ho-hola, Jungkook. — tartamudeo de vuelta.

— ¿Me haces compañía?. — ofrecí, mostrándole con mi mano el asiento desocupado en frente mío.

Sus ojos vagaron desde el asiento, hasta la puerta de la cocina. Parecía dudoso y mordía sus labios con nerviosismo; hasta que de un rápido movimiento tomó asiento en frente mío, decidido ha hacer algo.

— ¿De qué quieres conversar?. — rompió el silencio incómodo que comenzaba a formarse.

— De lo que tú quieras. — dije con simpleza, degustando el amargo café que me habían traído. Pasé por alto el detalle de que le faltaba azúcar.

— ¿A las preguntas?. — preguntó con duda, sus pequeños ojos esquivando los míos.

Asentí de acuerdo.

—¿Cuántos años tienes?.

Difícil pregunta.

— Veintidós. — dije al azar y supuse que era creíble porque él asintió.  — ¿Y tú?

— Tengo dieciocho. — me dio una media sonrisa. — Te toca.

— ¿Por qué trabajas y estudias al mismo tiempo?. — ese era una pregunta que me carcomía. En mi poco tiempo humano, había visto chicos vagar sin rresponsabilidad alguna, solo viviendo su vida y escapándose de la escuela.

Por ese mismo motivo, creí que no les costaba su educación. Porque uno es responsable con lo que valora. En cambio, Jimin parecía tan dedicado a sus estudios y trabajo.

Lo sabía porque al almorzar juntos no paraba de revisar el reloj, atento a su próxima clase.

— Yo...— su semblante decidido decayó. Sus celestes luceros lucieron tristes y sabía que debía cambiar la pregunta, pero él decidió responderme. — Soy huérfano.

¿Huérfano? ¿Qué significaba eso?

Abrí mis labios para preguntarle pero me detuvo.

— No digas nada. — pidió. — Ya lo he superado. Más bien, estaba pensando en buscar información sobre ellos. — relamió sus belfos. — Ya sabes, tengo curiosidad.

Asentí de acuerdo - aunque no sabía a qué - y eso pareció tranquilizarlo. Suspiró y se inclinó, apoyando su pecho en el borde de la mesa.

Me sorprende su capacidad de sobrellevar las cosas.

— Me toca. — se apuntó así mismo, un poco más animado. — ¿Estás comprometido? ¿Por qué vienes seguido al café?.

Alcé ambas cejas sorprendido.

Segundos después de haber soltado ambas preguntas, el rostro de Jimin empezó a arder, consiente de sus preguntas directas. Alzó amabas manos y empezó a negar con ellas.

— Quise decir que ¿Te gusta mucho el café de aquí y por eso vienes seguido?

Una sonora carcajada escapó de mi garganta. Su manera desesperada por intentar corregir su "entrometida" pregunta me había causado gracia; sobre todo cuando la mía parecía más personal.

Mi risa parecía haberlo tomado por sopresa, puesto que me dedicó una mirada embelesada.

No lo culpaba, justamente uno de mis dones era atraer a mis presas.

— Vengo al café porque no tengo nada más que hacer. — empecé a responder bajo su antenta mirada. — El lugar me genera paz y ni que hablar del café.

Mi respuesta parecía haber sido suficiente, pero en sus ojos aún quedaba rastro de curiosidad por saber ese algo más que habia preguntado.

Y como yo no soy una persona que se hace de rogar, decidí darle lo que ansiaba oír antes de perder su interés.

— Y no. — sus ojos volvieron a mi. — No estoy comprometido.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Sep 24, 2020 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

LOBO HOMBRE •KOOKMIN•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora