Capítulo I

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Café Procope

《 El inicio de un posible desastroso fin 》


JUNGKOOK

Después de dejar casi irreconocible el cuerpo de la joven azabache y darme una ducha, me dirijo hacía mi cafetería favorita desde hace unos cuantos meses.

Ocho meses para ser exactos desde que me transforme en hombre.

Me siento junto al gran ventanal del local y espero a la usual mesera que viene a tomar mi orden cada noche.

Hoy hacía un poco de frío, la temperatura era de siete grados y una leve neblina empañaba los critales de la ventana.

Jugueteo impaciente con mis largos dedos sobre la mesa de madera. ¿Por qué no venía aquella señora?. Nunca me había hecho esperar tanto y comenzaba a molestarme.

Estuve apunto de levantarme e ir hacía a la recepción para pedir el libro de reclamaciones cuando un joven muchacho rubio salió de la cocina para hacercarse hacía mi.



JIMIN

No me había dado cuenta que un nuevo cliente había ingresado al local. Estaba tan concentrado conversando con mi mejor amigo por teléfono que casi echo a perder todo.

Era mi primer día como mesero de esta cafetería y no quería recibir una primera sanción.

Arreglando mi delantal negro, camino hacía él con vergüenza.

— Buenas noches, señor. — saludo con cordialidad. — Lamento la tardanza ¿Cuál será su orden?

Sus ojos me analizan y frunce el seño un par de segundos, luego garraspea y logra decir.

— Quiero un café cargado con dos de azúcar. — su voz suena ronca y su mirada es implacable.

— Anotado, se lo traigo enseguida. — digo con una sonrisa desconfiada. Ese hombre no desprende precisamente confianza.

Siento su mirada en mi espalda, como si quemara mi piel y me dejara una herida latente en el pecho. Ignoro ese sentimiento y vuelvo a entrar en la cocina.

— ¿Qué a ordenado ese sexy hombre?. — me pregunta María, una compañera que le toca hacer los pedidos por hoy.

— Un café cargado con dos cucharitas de azúcar. — respondo automáticamente.

— Oh, es un hombre amargo ¿eh?.— dice con voz pícara, comenzando a preparar el pedido.

— Es un hombre intimidante. — un escalofrío recorre mi espalda al decirlo. Maria sonríe triturando el café.

— Te intimida con lo guapo que es. — me molesta, meneando las cejas.

Bufo exasperado y miro por la ventanilla de la cocina, él sigue allí sentado con la mirada perdida en la ventana.

Debo admitir que es guapo...bueno, malditamente guapo.

Parece esculpido por un mago especialista en belleza; su rostro es fino pero a la vez es duro - ya saben, me refiero a la perfilada mandíbula y nariz - sus cejas son pobladas y marrones, al igual que sus ojos y cabello. Su cuerpo, dios, su cuerpo es enorme. Tiene las piernas largas y fornidas al igual que su pecho, la camisa azul marina que lleva puesta solo resalta aún más el color levemente tostado de su piel. Sin contar sus brazos tatuados y manos venosas.

Un sonrojo colorea mis mejillas.

—¡Ya decía yo! No podías ser tan ciego. — exclama moviendo la cucharita dentro de la taza. — Ten, aquí esta su orden.— me entrega la taza humeante. — No olvides, camina derecho y frente en alto. 

Una pequeña sonrisa se forma en mis labios y niego, ella es un caso perdido. Le recibo la taza de sus delgadas manos y salgo de la cocina. Casi al instante en el que aparezco en el salón, el hombre vuelve su mirada hacía mi, haciendo mis manos temblar. 

Tranquilízate, Jimin, es solo un hombre guapo, me reprendo.

El café se balancea dentro de la porcelana cuando logro posarla sobre la mesa. Él no hace ademán de darme las gracias o de pedir algo más por lo que me inclinó y estoy a punto de irme cuando su voz me detiene. 

—Que bien huele. — comenta acercando la porcelana fina entre sus dedos  hacía su nariz para olfatear. Sus labios se curvaron en una media sonrisa de labios apretados y bebe un sorbo. 

Diablos, ¿por qué seguía aquí parado? 

Debería estar de vuelta en la cocina sin acosar a nadie. 

—¿Sigues aquí?.— me preguntó, luciendo divertido por mi repentino congelamiento frente a él.

—Y-yo...— no puedo evitar tartamudear, sus ojos me inspeccionan con burla - ante de seguro -, mi cara de pánico. 



JUNGKOOK

El color de su blanca piel me atrae, se ve tan suave y perfecta que amaría teñirlo de su sangre carmesí. El grosor de sus labios es el perfecto para morderlos y chuparlos con mi boca; esos ojos celestes tan parecidos a los del cielo y ese cabello rubio que se veía tan sedoso. 

Llevaba puestos jeans negros y una manga larga color vino; protegiendo su pecho, un delantal negro con el logo de la cafetería y ¡Ah! Un broche sobre su pectoral izquierdo con su nombre.

Jimin. 

Era un nombre lindo para un chico lindo, lastima que él sea todo lo que busco en luna llena. 

—Eres nuevo aquí ¿no es así?. — le pregunto. Él se ve tan nervioso por haber estado mirándome.

—Yo...sí, soy nuevo aquí. — lo sabía, el se ve más apetitoso que la antigua y vieja mesera.

— Es un placer. — miro su placa aunque ya sé su nombre. — Jimin. 

Sus mejillas se pintan de rojo. — El placer es mío...— inclina su cabeza esperando que le diga mi nombre.

—Jungkook. — le doy el gusto.

—El placer es mío, Jungkook. 

Oh, pequeño ser inocente. 

— Gracias por el café. — le sonrío y busco mi billetera dentro mis jeans, saco unos billetes y los dejo sobre la mesa. 

Sus ojos regresan a los míos después de tomar el dinero y guardarlo en su delantal. Trago saliva e intento mantener mis colmillos dentro de mi boca. 

— Gracias a ti por venir aquí. — agradece con una reverencia. 

— Nos vemos, Jimin. — me despido poniéndome de pie, dejándolo muchos centímetros por debajo de mi. El lindo rubio sigue mi mirada hasta quedar con la barbilla en alto para mirarme. 

—Adiós, Jungkook. — dice saboreando mi nombre. 

Y así como llegué, desaparezco por la puerta con la campana anunciando mi salida. 





———🐺———

Oficialmente este es el primer capítulo. Espero que les haya gustado, dejen su voto y puedan ayudarme a compartirla.

Hasta la próxima actualización.

Fxbiola

LOBO HOMBRE •KOOKMIN•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora