You and I

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La vida bajo el margen de poco dinero no es buena para nadie, sin embargo hay personas que se conforman con lo que tienen, vivir en una casa pequeña, comer lo necesario al día, sin desperdiciar un peso de más.

Y yo no quería esa vida, quería más, para mí, para mí familia y para él. Quería que su sonrisa fuera recompensada con diamantes, trajes caros y extravagantes lujos, porque él es perfecto y se merece eso y más, él, como mi todo, debería tenerlo todo.

Jimin debía tener todo lo que yo no puedo darle; aún.

Y mirarlo dormido sobre mi pecho, en la misma habitación de hotel de siempre, después de hacer el amor hasta agotarlo.
Mirarlo sin todo aquello que quiero darle me hace mal, porque no me gusta verlo estresado y con las bolsas de sus ojos oscuros; cansados de tanto trabajar.

Acariciar su mano y no sentir un anillo que lo marque con el honorífico de mi esposo, no poder ponerle mi apellido y sacarlo de su horrendo hogar, y todo por lo mismo.

Por la jodida falta de dinero.

Pero ya no más, no más tener que cuidar el dinero, ni prohibirnos lujos, no más tener que soportar a ese horrible hombre bajo el techo de mi chico, nunca más.

  —Namjoonie —el bello castaño soñoliento hablo aferrándose más a mí pecho desnudo de su novio— ¿Qué hora es amor?

Mire a la razón de mi todo, repartiendo besos sobre su castaño cabello, con amor —Las nueve cielo.

Un leve murmullo fue lo que soltó él, acercándome a sus labios y degustando una vez más su sabor dulzón, dando comienzo a una nueva ronda de caricias y besos voraces.
Abrace el galgo cuerpo de mi chico con delicadeza posicionarlo bajo de mi, encajando a la perfección, propine besos sobre la suave piel de su cuello, esa piel que me hace perder la cabeza siempre.

  —¡Las nueve! —Jimin me aparto alterado, tomo mis brazos con fuerza alejándome lo suficiente para huir de la cama.

  —¿Te esperaban a las 9 amor? —tape mi desnudes con las sábanas blancas del la habitación, mirándolo ponerse sus ropas apurado.

Era lo mismo de siempre, mi chico huyendo de mis brazos una vez más por temor a lo que le harán en casa.

  —Le dije que ayudaría en el puesto a las 8.

  —¿Y acaso te está vigilando todo el tiempo? —pregunté suspirando, estaba cansado de verlo lejos de mi, siempre.

  —Namjoon.

  —Así me llamo.

Suspiró cansado igual que yo, no quería ser malo con él, sabía bien que a él tampoco le gustaba estar con ese idiota de Jungkook. —Amor —me hablo con un puchero montándose sobre mi ya listo para irse— sabes bien que si me vigila todo él tiempo, y su carácter es igual de malo que el tuyo cuando me ve con alguien más.

  —Si Jimin —bese sus labios y acaricie esa estrecha cintura, que me haría incluso matar por saber que es solo mía— pero yo no te trato como basura, igual que él. Tú padre debe entender que no mereces estar con alguien como Jeon.

  —Mi padre debe entender muchas cosas Kim.

Ambos sonreímos sin ganas, no queriendo separarnos por nada. Un último beso y lo vi alejarse hacía la puerta. —Nos vemos el viernes Joonie.

  —Nos vemos.

Mire la puerta mientras era cerrada, sin perderme nunca su ya conocida partida. Antes de escuchar el clic de la puerta cerrada mi castaño volvió con una expresión disgustada —Nam y dile a tu hermano que se cuide con Jungkook, no quiero que vaya a lastimarlo si.

¿Taehyung? ¿Taehyung con ese imbécil? Mi hermano menor siempre había sido algo tonto, pero ahora estaba sobrepasando sus límites, metiéndose con un hombre el cuál que sabe que ah estado toda la vida enamorado de Jimin.

Tome una ducha y me fui por el mismo camino que él, siempre era lo mismo, a mí me tocaba verlo irse, y a él verme con el corazón roto.

Estacione mi moto fuera de la plaza donde todos trabajan, mi hermano en el puesto que heredaron mis padres para ambos, Jimin en el fonda de su padre como mesero, el más lindo de todos cabe decir, aunque realmente era el único. Yo no trabajaba en este ambiente, mi trabajo era algo más importante, y menos honesto.

Tenía poco tiempo perteneciendo a la mafia de Seúl, mi puesto no era tan alto, pero ganaba un buen billete. Y eso es lo que necesito.

  —Jungkook por favor sueltame.

La conocida voz de Jimin retumbó en mis oídos haciéndome mirar hacia ellos, como de costumbre Jungkook se comportaba posesivo con Jimin, y bueno, yo también lo era, pero con límites; Jeon le gritaba y lo lastimaba.

  —¿Dónde y con quién estuviste anoche?

  —Suelta mi brazo Jungkook, me estás lastimando.

Estaba haciendo como si revisara mi moto para escuchar su discusión, no estaban a muchos metros de mi, por si era necesario correr a defender a Jimin si algo se salía de control.

—Ya esta —dijo con las manos en el aire— ahora dime dónde carajos estuviste anoche.

Jimin suspiro —estuve en el hostal con papá —quito la mirada de Jungkook viéndome de reojo.

Yo sabía bien que mentía, no pude aguantar una irónica risa.

—¿De qué te estás riendo Kim?

—De nada que te importe Jeon, mejor ve y controla tus asuntos, si no puedes con un chico bonito... Que pensar de lo demás.

—Cierra tu sucia boca Kim.

Un hombre como él, no tenía remedio, ni valía la pena discutir con él, y eso lo sé desde hace bastante. Gire los ojos y me adentre a la plaza en busca de mi hermano. Cómo siempre, lo encontré coqueteando con los chicos que iban a comprar frutas en nuestro puesto.

—Más vale que le cobres completo mocoso —dije interrumpiendo su flirteo.

Bufo despidiendo al chico —Joonie... —alargo mi nombre con un puchero en los labios—. No ves que estoy buscando algo de amor tonto.

—No los busques en ellos Tae —le regañe— piensa en alguien mejor, con más oportunidades.

—Creo que... —menciono peinando su cabello— tengo alguien en mente.

Mire hacía la dirección donde mi pequeño hermano suspiraba como un bobo. Jeon. —Ya había hablado de eso contigo.

—Lo sé Nam —reprocho abrazándome por el cuello detrás de mi— pero míralo, es guapo, es dueño de su propio taller mecánico y está soltero.

—Soltero no está.

Tae proporciono un golpe sobre mi cabeza —No, pero bien que te coges a su prometido hermanito —susurro con una sonrisa.

No tenía oportunidad alguna de contraatacar, era verdad, lo veía cada que podía a ese precioso castaño para hacerlo mío como nadie sabía hacerlo. Y demonios, odiaba admitirlo pero ese chico me traía tan mal, me tenía completamente a su merced.

BadbyeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora