Otoño

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El día estaba nublado.

Las verdes y brillantes hojas de los árboles comenzaban a secarse y a caerse, danzando en el aire hasta llegar al suelo. El calor que inundó la ciudad meses atrás se estaba quedando en el pasado, siendo remplazado por frías briscas de viento junto a grises nubes.

Las estaciones habían cambiado, pero no eran las únicas que lo habían hecho.

Choi San ahora tenía a alguien que le gustaba, vestía el mismo uniforme que él, los mismos zapatos, estaban en la misma clase y tenían la misma edad.

Discretamente miró hacia su izquierda, buscando ágilmente a cierto pelinegro que casualmente lo miró también, dejando de fondo la voz de su profesor de literatura para centrarse en el rostro contrario, apreciando los pocos segundos de aquel contacto visual.

Los chicos de aquella clase se pasaban las copias del trabajo de adelante hacia atrás, dando inicio a una nueva jornada escolar.

El otoño había comenzado.


[...]

—¿Hay algo entre Jung y tú?

—¿Algo?

—Veamos... ¿Cómo podría decirlo?

El rubio y Jeong estaban en su salón cambiándose el uniforme para la clase de educación física, siendo los últimos en salir porque se habían quedado conversando.

—Lo decía porque en la clase de literatura no dejaban de mirarse —mencionó el más alto —. Y también, últimamente regresan juntos a casa.

—Ah... No es que sea importante.

—Es que... Jung es diferente a nosotros.

—¿Diferente?

—El verlos juntos es...

—¿Extraño? —preguntó con gracia Choi.

—Sí. Bueno, algo así.

San comenzó a reír levemente por las ocurrencias de su amigo, totalmente indiferente a lo que quería llegar el castaño.

—No me salgas con eso. ¿Por qué te ríes? Hay "ese" tipo de rumores sobre ustedes.

—¿Qué tipo de rumores?

—Ya sabes, el tipo de rumores qué hay en un instituto de chicos.

El sonido de la puerta cerrándose interrumpió su platica, escuchando los pasos apresurados de alguien alejándose, pero sin tomarle tanta importancia, se apresuraron para llegar a su clase.


[...]


La lluvia cayó sin previo aviso.

El timbre para regresar a casa había sonado y todos salieron apresurados para evitar mojarse en cuanto la lluvia se intensificara.

Choi y Jung no tenían prisas y compartieron su paraguas, caminando en silencio hacia sus respectivos hogares.

—Hasta aquí está bien, Choi.

—Un poco más.

—Mi casa está al doblar la esquina.

—Entonces, hasta la esquina.

El rubio sostenía el paraguas, cubriendo completamente al azabache, mojando su hombro en consecuencia de aquello. El de gafas se percató de esto y se apresuró en cubrir por completo al otro chico, empujando con su mano la sombrilla.

Classmates | sanwooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora