- Capítulo 5 -

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Hola, chiquis

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Hola, chiquis. Vuelvo a resubir este capítulo ya que había subido la versión antigua en lugar de la editada. Esta es la nueva versión. Disculpen y disfruten de la lectura. Besitos.

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                —Entonces, ¿crees que eran personas que sabían secretos sucios sobre políticos? —pregunté, con el ceño fruncido y la mente tambaleándose ante la revelación.

Los individuos de los que no sabía nada hasta ahora, se volvían figuras sacadas de una película de suspenso, dirigida por alguien con un talento para aumentar la tensión.

Mara suspiró por tercera vez, deshaciéndose de las migajas de comida con un gesto automático.

A pesar de sus esfuerzos por explicarme, su falta de claridad y el desconcierto en su rostro eran evidentes. Algo no encajaba en la insignia tatuada en las muñecas de mis padres, y la duda empezó a crecer en mi mente.

—¿De verdad no sabes a dónde has venido? —su tono reflejaba su frustración ante mi ignorancia.

Miré a mi alrededor, sólo encontrando a dos personas, los últimos ocupantes del bar. Ambos estaban absortos en sus diarios, saboreando su café y moviendo sus cabezas al ritmo de una canción country. El entorno parecía más un escenario de monotonía que un lugar de misterios.

—¿A una aburrida ciudad? Porque los únicos chicos de mi edad me miran como si fuera un alienígena.

Ella ponderó mis palabras, su expresión se volvió más enigmática.

—¿Lo eres? —cuestionó, su mirada penetrante a través de sus anteojos redondos parecía escudriñar mi alma.

—Sí —respondí, la seriedad en mi voz se hacía difícil de ignorar.

La sorpresa se dibujó en su rostro, una "o" formada por su boca, y pensé que su mandíbula podría caer de su lugar.

—Debes contarme todo. Pensé que eran verdes, ya sabes —dijo, señalándome con sus largas uñas rojas—, como en las películas, o feos como E.T.

Fruncí el ceño, y una risa nerviosa escapó de mis labios antes de que pudiera contenerla.

¿Está fuera de sí? ¿Caleb tenía razón?

—Era un chiste. ¿Realmente crees en eso? —pregunté, al ver su decepción.

Ella suspiró, desanimada.

—Créeme, una vez conocí a una vampira y luego a un licántropo. No te recomiendo un trío con ambos, parecen enemigos mortales o algo así —añadió, haciendo una mueca y rascándose la barbilla mientras intentaba recordar.

¿Está hablando en serio? Parece que ha visto más películas que yo.

—Sí... —reí nerviosa, rascándome la nuca antes de levantarme del asiento—. Creo que debería irme.

El resurgimiento del ángelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora