Prólogo

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Desde que recuerdo siempre había tenido el sentimiento de que algo en mí no encajaba bien, de que había algo mal en mí y por eso traté lo mejor por encajar o por lo menos tratar de tener perfil bajo… de que nadie notara que era diferente al resto, durante toda mi infancia solo tuve una amiga. Ella nunca notó de que algo dentro de mí estaba mal y si lo hizo nunca lo menciono, pero yo siempre lo supe algo dentro de mi estaba mal, eso no me dejaba dormir por las noches; no me dejaba ser feliz. Solo mi amiga era capaz de eso y por eso cuando ella se fue todo empeoró, me sentía aún más sola, me encerré aún más en mí poniendo una sonrisa falsa.

Obviamente tuve más amigos pero era diferente ellos conocían la parte de mí que yo quería que ellos conocieran, la parte que siempre sonreía y hacía bromas; no la parte que quería esconder, la más oscura. Cuando ella volvió ya no era la misma, era una copia más lo cual me hizo sentir aún más sola, pensé que cuando volviera volvería a ser como antes. Solo las dos contra el mundo pero, no fue así que ahora era yo sola contra el mundo.

Los años pasaron y ya no era la misma niña de antes ahora era un adolecente, alguien con obligaciones y responsabilidades, alguien quien no tiene mayor preocupación que pasar la evaluación de mañana. Pero todos sabemos que no es así, que la adolescencia es un revoltijo de confusiones, inseguridades y juzgamientos pero, al parecer en algún momento a los adultos se les olvida eso. Se les olvida que los adolescentes están en constante observación no solo por parte de nuestros padres o de la sociedad sino de nosotros mismos nos juzgamos.

Tachamos a otra persona de gorda, rara, nerd, perra, gay y un montón de otras cosas, sin ponernos a pensar en lo que le pasa a otro porque claro, solo somos adolecentes y así fue como en el colegio quede tachada como “la rara”. Digamos que no me importaba demasiado prefería que me odiaran a que se acercaran demasiado y supieran lo dañada que estaba. Así no se alejarían de mí por eso sino que solo no se acercarían a mí. Pero unas cuantas personas se me acercaron, me llamo Layla y aquí empieza mi historia.

I am a monsterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora