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Jimin respiró hondo, llenando sus pulmones de aire frío. Se envolvió la bufanda alrededor de su cuello un poco más y miró la cafetería al otro lado de la calle, haciendo algunos ejercicios de respiración que había aprendido hacía unos meses, tratando de calmar su corazón acelerado. Probablemente la temperatura estaba por debajo de los diez grados, y aún así, sudaba como si fuese verano. Tenía calor y sentía que su ropa era demasiado, sofocándolo. Tragó con la garganta seca, y los dedos de sus pies se movieron nerviosamente dentro de sus zapatos.

Suspiró por última vez antes de caminar hacia el local. La calle estaba desierta, haciendo su viaje más corto y rápido. Era domingo, después de todo, y no había mucha gente. Disminuyó el ritmo cuando llegó a unos pocos metros de la puerta, la ansiedad lo carcomió por dentro.

Exhaló, y abrió la puerta con la mirada hacia abajo. Escuchó sobre su cabeza el timbre que indicaba que alguien había entrado, y miró hacia el mostrador. Alguien estaba ordenando algo, y el único e inigualable Jeon Jungkook estaba parado justo frente a esa persona, vestido con un uniforme que consistía en una camisa blanca que se ceñía a sus bíceps y un delantal negro en el que se podía leer su nombre escrito en blanco a la altura de su corazón. 

Sintió que se hacía cada vez más pequeño a medida que se acercaba al mostrador, hasta quedar detrás del hombre que seguía ordenando. Se tomó ese tiempo para mirar el lugar, notando lo vacío que estaba. Había unos cuantos estudiantes universitarios trabajando con sus ordenadores y libros, una pareja escondida bajo la escalera sentados en una mesa y compartiendo miradas de amor, y dos chicas que parecían extranjeras junto a la ventana.

—¿Puedo tomar su pedido?

Jimin se sobresaltó, sorprendido por la voz y se dio la vuelta para enfrentarse a Jungkook. El hombre que lo escondía y separaba de su exnovio se había ido. Jungkook abrió la boca, con una expresión de sorpresa en su rostro, justo antes de tragar saliva y asentir ligeramente. Le dedicó una media sonrisa, haciendo que el lunar bajo su labio sobresaliese. Jimin le devolvió la sonrisa tímidamente, sintiendo el rubor brotar en sus mejillas. 

—Hola, Jimin.

—Hola, Jungkook. Ha pasado un tiempo. —dio unos pasos más cerca del mostrador. Jungkook asintió y miró el café. 

—¿Quieres pedir algo? Tengo que hacer algunas cosas, pero creo que puedo sentarme contigo unos minutos. No hay mucha gente de todos modos. —se rascó la nuca, exhibiendo sus antebrazos en los que se podían observar las venas que se deslizaban hasta sus manos. Jimin se abofeteó mentalmente, evitando que sus ojos lo mirasen demasiado. 

—Sí, tomaré un cappuccino.

Jungkook asintió y tecleó rápidamente en la caja registradora. 

—Son 1300 won.




Se sentó en una de las mesas de la parte de atrás de la cafetería, para después quitarse la bufanda y la chaqueta, notando como el calor del lugar calentaba sus mejillas. Era acogedor. La punta de sus dedos y su nariz aún estaban frías, pero podía sentir cómo se calentaba lentamente.

El local estaba decorado con un estilo otoñal y había bebidas hechas especialmente para las nuevas estaciones. Las paredes eran de color crema, con toques marrones y rosados. La música sonaba con canciones indies coreanas de las que Jimin no tenía ni idea. Sintió que se fundía lentamente en su asiento, la atmósfera y la delicadeza de todo lo que lo rodeaba lo calmaba.

Casi se había olvidado de Jungkook, quien había ido a recoger los libros que había dejado sobre el mostrador. Los llevó de vuelta al lugar de donde venía, haciendo que Jimin frunciese un poco el ceño. ¿Estaba en la universidad de Seúl? ¿Y por qué estaba en Seúl?

I'm Hella Obsessed With Your Face - KookMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora