I'm Hella Obsessed With Your Face - KookMin

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El agudo sonido de la tetera silbando en la cocina despertó a Jimin. Se sorprendió un poco, pero el sabor agrio y amargo de su lengua fue probablemente peor. Abrió los ojos para mirar a su alrededor, dándose cuenta de que estaba en la cama de Taemin. El fresco olor de las plantas le hizo sonreír. Taemin tenía el hábito de colocar plantas en su cuarto, incluso si la gente le decía que no lo hiciera porque no era saludable, aún así disfrutaba del olor y el agradable toque de la naturaleza en la capital.

Apartó las sábanas, temblando por el frío aire del apartamento y se levantó lentamente con cuidado de no marearse. Normalmente nunca se emborrachaba, pero desde que Jungkook había vuelto a su vida, todo parecía estar patas arriba.

Hablando de eso, no tenía idea de cómo había terminado en la casa del rubio, y mucho menos en su cama y usando su ropa.

Encontró al chico en la cocina, con los hombros desnudos y unos pantalones de chándal colgando sobre sus caderas mientras se servía una taza de té. Se escabulló detrás de él y colocó delicadamente los brazos alrededor de su cintura, apoyando la barbilla sobre su hombro. 

—Buenos días, hyung.

—Buenos días, Jimin. —respondió Taemin, con una voz fría y distante que hizo que frunciera el ceño.

Dio un paso atrás mientras Taemin seguía en silencio haciendo su desayuno. 

—¿Pasa algo, hyung? —preguntó, viendo como el mayor se daba la vuelta y se sentaba en la mesa de la cocina.

—No lo sé, dímelo tú, Jimin.

—¿Hice algo? —el pánico era evidente en sus palabras. Intentó recordar lo sucedido la noche anterior, y la mayoría de sus recuerdos involucraban a Jungkook. Taemin suspiró en respuesta, volviéndose hacia él y dejando su desayuno. 

—¿Quién es ese tipo?

—¿Qué? ¿Quién?

—Ese tipo, Jungkook. Últimamente aparece en todas partes.

Jimin tragó saliva y rodeó la mesa para sentarse frente a él, con las palmas de las manos sudorosas. 

—Jungkook... Jungkook es...

—¿Tu ex?

Sus ojos se abrieron de par en par justo antes de fruncir el ceño. 

—¿Cuándo te hablé de él?

—Ayer, cuando te trajo a casa mientras tú estabas borracho. Dijiste que lo amabas.

Un nudo se formó en su garganta y el pánico y la ansiedad se mezclaron en su estómago. 

—Lo siento. Estaba muy borracho y no recuerdo nada.

—¿Lo haces?

—¿Qué? 

—¿Todavía lo amas? —preguntó el rubio, con la mirada fija en su desayuno mientras mojaba perezosamente la cuchara en los cereales empapados. Jimin respiró unas cuantas veces, sintiendo su lengua pesada incapaz de formar palabras y su cerebro completamente confundido. 

—Yo... No estoy seguro. Es complicado... —suspiró, y su vista cayó en sus manos sudorosas.

—¿Te importaría decirme qué pasó? ¿Cómo es que apareció de la nada de repente? ¿Y por qué rompisteis?

—Él... Nosotros... Hum... Nos encontramos durante el verano, justo antes de la universidad. Mis padres me enviaron a la casa de mi abuela y lo conocí allí, en Busan. Le ayudé y él hizo lo mismo por mí. Finalmente nos enamoramos y, sí, salimos juntos. Luego tuve que volver a Seúl y decidimos terminar nuestra relación, pensamos que sería mejor de esa manera.