Capitulo 1 - Caminos

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El ambiente era bastante húmedo en esta época del año y por las mañanas era aun peor, se te pega en la ropa y aparece una fina capa de lluvia en mi piel, en estos momento lo agradecía, ya que me mantenía alejada del sofocante calor que hacía mientras corría.

Nunca me gustó mucho hacer ejercicio ni levantarme temprano, pero una vez que me obligo a levantarme de la cama y salir a correr todo es distinto, puedo pensar, escuchar música, puedo ser solo yo, no tengo que pretender ser adulta y sonreír, no tengo que pensar en la ropa ni el maquillaje, solo me tengo que ponerme unos pantalones cortos, una camiseta ancha y unas zapatillas, eso era todo, e incluso así, era más yo misma que cuando me ponía el vestido más bonito de mi vestidor.

Son las 7:00 y estoy en la carretera que hay a unos kilómetros de mi casa, esta ruta es la mejor, carretera poco transitada y justo al mar, aunque tengo la música alta puedo escuchar las olas romper en el acantilado, me relaja, cierro los ojos por un instante, aspiro el aire ligeramente salado y sonrío, pero mi felicidad dura poco, el sonido estridente de la alarma de móvil me saca de mi pequeña burbuja y me avisa de que ya llego tarde. Subo el ritmo para llegar pronto a casa ya que mis padres se van temprano y no les veré por tiempo. Una sombra de tristeza cruza mi mente, pero no dejo que se quede.

Es verano y yo hace unas semanas que empecé las vacaciones, pero mis padres solo han podido sacar un fin de semana para poder estar conmigo y el tiempo ha llegado a su fin. No me estoy quejando, adoro a mis padres y realmente cuando te pasas tanto tiempo siendo independiente estar con ellos mucho tiempo resulta agobiante y algo incomodo, lo prefiero así, yo puedo disfrutar de ellos unos días y ellos pueden volver a sus trabajos después de mimar un par de días a su única hija.


Al girar el ultimo tramo de carretera veo la entrada de mi casa y puedo ver que ya hay movimiento, toco el timbre y al abrirse la reja, corro el trozo que me queda hasta la entrada por el camino asfaltado que hay para que puedan pasar los coches hasta la puerta principal. Llegando a los escalones de la entrada principal tengo que esquivar a uno de los asistentes de mi padre mientras este carga una de las inmensas maletas de mi madre en el coche y me dirijo directa a la cocina.

La cocina siempre fue la parte de mi casa que mas me gustaba, después de mi habitación. Es un espacio enorme de color blanco y gris, lo que hacía que el ventanal que se encontraba en la pared justo frente a la puerta lo iluminara todo, y justo al lado del ventanal que daba al patio trasero una moderna mesa de cristal para seis personas con las patas metálicas a juego con las sillas, y allí, estaba mi padre tomándose un café.

- ¿Cansada? - dijo mi padre levantando la cabeza del periódico que tenía en las manos.

Estaba sentado en su sitio de siempre, preparado ya para irse, con el traje planchado y todo conjuntado a la perfección.

- Podría dar otra vuelta, si te ánimas - dije sonriendo sabiendo la respuesta.


- Cariño sabes que soy muy mayor para andar corriendo por el barrio, aunque seguro que a los vecinos les haría mucha gracia verme empapado en sudor. - dijo riéndose.
Mi padre siempre ha sido divertido, aunque no tuviera mucho tiempo para mí cuando era niña, no recuerdo ningún momento en el que no me riera con él o no sonriera, el simplemente hacía las cosas fáciles en casa. Totalmente lo contrario a mi madre que era un terremoto, él relajaba a mi madre cuando se ponía nerviosa por las fiestas de recaudación de fondos y la hacia reír, supongo que por eso encajaban tan bien.

- Pues no te vendría mal algo de ejercicio, los años pasan para todos. - dije riéndome mientras me servía un poco de café y me sentaba a su lado.

Mi padre empezó a reírse, siempre bromeábamos con su edad.

- Este viejo puede machacarte cuando quiera.

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