Prólogo

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– ¡Ruth, no, no lo hagas!– su conciencia le gritaba desesperada – yo siempre estaré contigo, nunca te abandonaré

– Necesito hacerlo, es la única forma de ser feliz – sollozó la aludida – no seré una carga para nadie, especialmente para él. Gracias por ser mi compañía en todo momento – Ruth  sonrió antes de pronunciar las últimas palabras en un susurro degarrador – Adiós

Este fue el último encuentro de Ruth con su conciencia, con la vida misma, antes de abandonarse en aquel túnel sin retoño que significaba la muerte para muchos, pero para ella era una nueva vida.

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