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Vestido con una camiseta holgada y transparente, pantalones flojos que seguían remarcando su figura, Jisung caminaba con sensualidad, contoneando sus caderas, le sonreía con picardía, mientras avanzaba hacia él, seduciéndole una vez más.

Con los ojos nublosos, nada más puesto que un chándal gris y el torso descubierto, su cabello mojado y pegado a su frente, dando pistas de que recientemente se había bañado, Minho tomaba algo de tequila en su copa de vidrio, con la espalda recargada en un sillón, y sus alas desplegadas hacia los lados, descansando, observaba el pequeño espectáculo que aquella figura le ofrecía.

Cuando la delgada silueta llegó a él, se sentó sobre las piernas abiertas del arcángel, sus brazos morenos le rodearon y empezó a dejar algunos besos en la fuerte mandíbula con sus labios rosados que daban la alusión de ser tibios, pero cuando la piel tocó la del ser alado, se sintieron fríos.

— ¿Por qué no nos divertimos un rato, Lee? —Preguntó con voz ronca y melosa, sus largos dedos acariciándolo el abdomen marcado y los fuertes hombros ajenos, embelesado.

El hombre no respondió, ni tampoco se movía, sus ojos cristalinos solo se dedicaban a observarlo.

Al no ver alguna reacción deseada, se aventuró.

— Vamos, gukkie... los segundos avanzan y sé que quieres ha... ¡agw! —Se interrumpió a sí mismo, cuando unas manos mucho más solidas se dirigieron hacia su cuello, apretando sin ninguna compasión o piedad. Sus propias manos delgadas dejaron de acariciar el cuerpo duro, y se pusieron sobre las manos que le estrangulaban, arañando mientras su rostro se desfiguraba en pánico, travesura, y sobre todo, molestia.

No es como si aquello la fuese a matar.

— ¿Qué mierda te he dicho? —Sin abandonar el cuello, vociferó con los dientes apretados.

— No lla-llamarte de e-esa fo-form-a. —El castaño apenas y podía llevar aire a sus pulmones, pero como pudo, respondió.

— ¡¿Y por qué mierda lo haces?! —Con la misma fuerza que aplicaba en el terso cuello frío, lo aventó al pulido piso de mármol.

Su cuerpo y su cara humana chocó contra el suelo con dolor, un borrón de algunos segundos se reflejó en la expresión. Volviéndose negro, su cabello empezó a crecer hasta su cintura, sus ojos rasgados se fueron, las fracciones masculinas desaparecieron y las femeninas las remplazaron, sus pechos crecieron, su cuerpo se hizo más pequeño y ahora, el aspecto de una mujer extranjera había remplazado al humano.

Mirándole enfadada, la bruja se cruzo de brazos.

— Eres tan soso, podríamos haber pasado un grato momento Lee, de hecho, podemos volver retroceder un poco y... —Y una vez más, se volvió a interrumpir, cuando la puerta del despacho del arcángel se abrió con brusquedad.

— Señor Lee, señorita Hwasa. —Saludó el ángel, sus ojos se posicionaron sobre su señor.

— ¿Tus modales donde están?, ¿no te enseñaron a tocar antes de entrar?, Lee y yo estábamos apunto de...

— Cállate. Hongjoon, entra. Hwasa, lárgate. —Con los ojos plateados reluciendo en el arcángel, la bruja pudo oler el azufre desprendiendo en el aire, y sin repelar, salió de la habitación.

Aquello se está volviendo difícil, pensó la mujer, caminando a través de la mansión donde el ser alado vivía, su mansión. Siendo el sello de un contrato del acuerdo de paz entre los brujos del este y el arcángel Lee, la bruja estaba empezando a preocuparse, se había ofrecido por una razón y sus planes estaban retrasándose más de lo que debería.

el corazón del arcángel ꗃ minsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora