C u a t r o

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Nunca me puse a pensar con la cabeza fría en cómo sería mi alma gemela hasta ese momento

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Nunca me puse a pensar con la cabeza fría en cómo sería mi alma gemela hasta ese momento.

Siempre lo imaginé como una versión femenina de mí misma, un reflejo de todo lo que yo soy. Después de todo, uno siempre se entrelaza sentimentalmente con aquellos que comparten cualidades contigo.

Nunca bosquejé su rostro, ni siquiera el modo en el que hablaría, pero en todo momento me conduje por la creencia de que, incluso en una cuestión física, el amor de mi vida sería parecido a mí.

Claro que jamás valoré la opción de que este fuera un ser sobrenatural y por supuesto no un no muerto, de otra manera ahora estaría encantada mientras repienso en las palabras que Hyejin me ha dicho desde que desperté.

—En 1725 hubo la primera mención al vampirismo —me había comentado antes de partir—. La parroquia de Barnin, en Moravia, registró que el cadáver de Andreas Berge no encontraba la paz porque tenía la "vampertione infecta", es decir, que estaba infectado del vampirismo.

Hwasa pasaría fácil por una experta en el tema. Me ha compartido datos de los que yo nunca imaginé. Su interés por los vampiros data desde los primeros años que fue consciente.

Los asombros parecen ir con una naturaleza periódica... o tal vez me sienta tan sorprendida por el sencillo hecho de que no he sopesado la situación con la seriedad que corresponde.

Debería de tener una crisis nerviosa porque de por sí soy muy aprensiva y, en cambio, no termino de engrandecer el bucle que representa el saber que el amor de mi vida puede ser un vampiro.

¿Estoy, acaso, en el punto clave de una broma de pésimo gusto?

¿Acaso me estoy volviendo loca?

Peor es no entender por qué ese soldado..., Jeon Jungkook, ha dejado una huella tan marcada en mí. No he dejado de pensar en él.

Pienso en la conversación que tuvimos, en la evidencia clara de su deseo de hablar conmigo, aunque de esto ya he considerado una posible doble intención.

Podría ser alguien que me gustase incluso. Mis latidos enloquecen al recordar su atractiva y dura cara. Su máscara de frialdad logra acelerarme la respiración.

Entonces tomo a consideración que él, de entre tantos, sea un vampiro. Y me estremezco. Siento el terror lógico que supone enterarse de una cosa así, pero todavía no concibo la idea de que un ser tal exista.

Si los vampiros existieran, la vida y la muerte entrarían en debate. Si no, ¿sería seguro que, después de morir, no nos convertiríamos en seres inhumanos?

—El upir, en particular, es un vampiro sediento de sangre —decía Hwasa—. Durante la noche sale de su tumba y ataca a familias enteras. A todos los miembros les abre la garganta con sus dientes afilados de hierro.

—¿Y no hay forma de matarlo?

—Claro. Para matarlo hay que esperar hasta que esté dormido en su ataúd, luego se le llena de agua santa y entonces se le clava un palo de madera en el corazón. Su sangre se guarda.

25 (Lizkook Historia corta)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora