Capítulo Tres

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Lentamente sus ojos se fueron abriendo, parpadeando mientras su visión se acostumbraba a la luz de los rayos del sol que entraban por la ventana. Bajos quejidos salieron de sus labios mientras se acomodaba en aquella gran y cómoda cama, abrazando una almohada que estaba por ahí cerca y enrollándose entre las sabanas, sintiendo su piel desnuda rozar con ellas.

Tenia planeado volver a dormir un rato más, pero fue entonces que cayó en cuenta de que aquella no era su cama, estaba completamente desnudo y que esa tampoco era su casa.

Los recuerdos de la noche anterior poco a poco comenzaron a llegar, la almohada que anteriormente abrazaba, ahora la usaba para cubrir su rostro por completo, soltando un pequeño grito que fue ahogado por la almohada. Su mente reproducía momentos cruciales de aquella noche, puede recordar como se aferró a la espalda de su superior, gimiendo su apellido justo en su oído mientras clavaba sus uñas en su espalda, siendo embestido una, otra y otra vez hasta que ambos acabaron.

Aún con su rostro ardiendo, sacó la almohada de su cara y miró hacia el techo, mordiendo su labio inferior un poco.

Estoy solo... — susurró Greco al notar que en definitiva, había demasiado silencio y en la cama sólo se encontraba él.

Chasqueo su lengua mientras su mirada ahora recorría la habitación, encontrando justo en la mesita al lado de la cama un reloj el cual marcaba las tres de la tarde; a su lado, su ropa perfectamente doblada con un trozo de papel en donde se encontraba escrito "Buenas tardes, Princesa ;)"

Le fue inevitable no soltar una pequeña risa, sentándose en la cama lentamente y quejándose un poco por el dolor. Probablemente Conway se había ocupado de lavar su ropa.

Tomó aquellas prendas y se dirigió hasta donde recordaba, estaba el baño, allí se tomó una ducha tranquilo, no tenia apuro de asistir al trabajo, además, el dolor de caderas le estaba jodiendo un poco, pero ya lo superaría. Una vez fuera de la ducha, se encontró de frente el gran espejo, notando entonces la gran cantidad de marcas que tenia en su piel.

Mordidas y chupones de tonos morados y rojizos esparcidos por casi todo su cuerpo, su cuello era en donde se encontraban más; y lo más resaltante eran las marcas de las manos de Conway en su cintura, se podía ver incluso como había clavado sus uñas allí. Mierda, estaba muy jodido, era imposible ocultar esas marcas cuando se fuera a cambiar en los vestidores.

Ya teniendo al menos su ropa puesta, se dispuso a salir del baño y de la habitación, dirigiéndose a la sala principal en busca de algún rastro de Conway, pero no estaba por ningún lado. Hubiera sido agradable despertar a su lado aquella tarde, pero vamos, el Superintendente es un hombre muy ocupado y que siempre se la pasaba trabajando desde muy temprano hasta muy tarde, no le sorprendía no verle por aquellas horas en su propio piso.

Bueno, no encontró a Conway, pero si encontró un delicioso almuerzo con una pinta increíble que si o si, se iba a devorar.

Pero madre mía, Conway — dijo divertido, acercándose al almuerzo y tomando la pequeña notita que se encontraba a un lado del platillo — "Anda, disfruta" dice — fue inevitable que una carcajada se escapará de sus labios, le resultaba algo imposible de ver como el pelinegro se estaba comportando de aquella manera con él, a pesar de haberle dejado solo, se había preocupado de lavar su ropa y doblarla, de hacerle el almuerzo, de decirle buenas tardes y demás.

Después de todo, resulta que el abuelo si tiene corazón, eh.

┈┈☾┈┈

Aquella tarde estaba yendo todo de maravilla, a pesar de no contar con la presencia del pelinegro, Rodríguez sabia que al menos se había preocupado por él. Era tanta su suerte ese día, que incluso los vestuarios estaban solos cuando entró a cambiarse, tenia buenas expectativas para ese día, finalmente sentía una felicidad sincera después de tanto, tal vez las cosas irían en viento en popa de ahora en adelante.

Pole Dance | GrecoWay [SpainRP]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora