Hanako-san

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Veo que has vuelto. No estoy seguro de si llamarte valiente o no, mi estimado colega. De algo estoy seguro y es que no te va a gustar lo que vendrá. No sé si sea morbo, masoquismo o si solo quieres ver en que acabará esta tragedia. Hay un sinfín de historias más agradables aunque no lo creas, búscalas y sálvate de esta cruel tragedia. Pero admito que si ya has llegado hasta aquí dudo que sirvan de algo mis advertencias. Espera lo peor y quizá el final sea menos doloroso. Ya solo me queda decir que si deseas continuar hazlo, solo con escepticismo.

Si recuerdas bien nos quedamos en un momento lujurioso, quizá demasiado para chicos de su edad, entre Hayami y Yugi. Podrías pensar que es un momento más agradable, pues quien no querría nadar como Dios lo trajo al mundo junto a una chica linda, ¿cierto? Y te diría que tienes razón, pero eso es porque no sabes lo que ocurría a unas calles fuera de la escuela. Había un chico bastante animado, con una imborrable sonrisa en el rostro. Tsukasa iba en la bicicleta de su hermano de vuelta a la escuela, esperando sorprender a aquella persona que amaba tanto por ser su última dio de castigo.

Ya volviendo a la parte que quizá te gustará más en este lúgubre capitulo, Hayami y Yugi nadaban despreocupados de la vida en la alberca de la escuela. Se detenían de vez en cuando para asegurarse de que nadie se acercara, pero siempre se encontraban con un imperecedero silencio, muestra de que estaban solos. Entre risas y juegos nadaban de una esquina a la otra, buscando saber quién era más rápido.

—Vaya —rio alguien mirando desde el colegio.

Sin embargo ambos chicos seguían disfrutando del momento, sumergidos en la inesperada belleza de aquel último día de castigo. Disfrutaban más que nada del calor del agua, pudiendo refrescarlos pero al mismo tiempo no estando fría, sino en su punto más perfecto.

—No entiendo porque no hicimos esto antes —rio Yugi.

—¿Querías verme desnuda desde antes? —exclamó Hayami fingiendo sorpresa—. Pervertido.

—Yo no me iba a meter sin ropa. ¿De quién fue la idea? Eras tu quien quería verme, pervertida.

—Mentira. De por si no hay mucho que ver.

Yugi se ruborizó.

—¿Si? —bufó Yugi, mientras su Hayami asentía, algo sonrojada pero riéndose al mismo tiempo. Aprovechando su distracción llevó su mano debajo del agua hasta sujetar su pierna—. ¡Sorpresa! —grito antes de jalarla de su pierna, haciendo que ella se hundiera y comenzara a patalear una y otra vez hasta lograr liberarse.

—¿Así va a ser ahora? —espetó Hayami cuando salió para respirar viendo a su amigo riéndose— ¡Ahora veras! —y se arrojó sobre él para comenzar a forcejear en el agua.

Debían medirse, callándose de vez en cuando pues sus risas podían escucharse en todo el lugar. Se perseguían uno al otro en el agua, se lanzaban para poder atraparse, forcejeaban, hacían luchas y se tiraban agua frotando irremediablemente sus cuerpos entre sí. La confianza entre ambos era tal que no era extraño para ninguno, aunque aún le sorprendía a Yugi, pues aunque la mayor parte del tiempo se la pasaba desnudo, esto era siempre en casa con su hermano. Se quedaron riendo unos momentos para dar una tregua, quedarse en las aguas unos momentos y dejar que el agradable calor los ayudará a relajarse.

Yugi se sentía en tal confianza como si estuviera en la privacidad de su casa.

—Este lugar es increíble —suspiró echándose hacia atrás en el agua, flotando de espaldas con sus manos apoyadas en su nuca sintiendo la mezcla de calor y frescura por todo el cuerpo.

—Yugi, se ve tú —murmuró Hayami, desviando un poco la mirada pues el pene de su amigo estaba expuesto por tal posición a todo el que quisiera ver.

Amor y Tragedia para Dos (Amane y Tsukasa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora