"En todas las noches estrelladas, el gato mira a la luna y le dedica una sonata a causa de su hermosura. Y la luna, preciosa e inalcanzable, lo acompaña en las madrugadas brindándole su resplandor".
Once días compartiendo One shots de esta hermosa...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Temática: Relación estable/Discusión
***
Kei Tsukishima era una persona tanto impredecible como sorprendente. Había muchas facetas de él que eran difíciles de comprender, siempre aparecía con una reacción nueva que siempre me sorprendía y la mayoría de las veces yo no sabía cómo actuar ante ello. El hecho de que viviéramos juntos no había mejorado mucho eso. Al contrario, con cada día que pasaba veía algo nuevo en él.
Pero, sin duda, las veces en las que menos sabía cómo actuar delante de él era cuando estaba... enojado. No era porque se volviera agresivo o me aplicara la ley del hielo. No, de hecho actuaba como usualmente lo hacía, solo que más... cortante de lo usual. Y eso en él era demasiado preocupante.
Sí, justo como ahora.
—Kei, bebé —dije en la entrada del cuarto, temiendo dar un paso más cerca de su "territorio"—. Sabes que no lo hice a propósito, yo...
Mi novio estaba sentado en una esquina de nuestra cama, poniéndose sus tenis para marcharse a la práctica del día con su equipo. Yo también estaba vestido ya para irme al trabajo, tenía una importante reunión con la Asociación. Sin embargo, no quería irme antes de solucionar las cosas con Kei.
—No me llames así —farfulló él, sin alzar la vista en ningún instante.
Hice una mueca, rascándome la nuca. Cuando estaba enojado sus frases eran cortas y filosas, sentía que cualquier cosa que dijera sería usada en mi contra. No obstante, sabía bien que no podía dejar una discusión así abierta.
—Pero...
—Ya, no hay problema en serio —dijo Kei, levantándose de la cama y agarrando su mochila, que estaba a un lado. Finalmente, los ojos de mi lindo novio me enfocaron, aunque sentí un escalofrío por mi columna por la forma en la que me miró—. No era como si en serio esperara algo de ti.
Auch, eso siempre dolía. Arrugué las cejas, sin saber cómo contestar a ello.
—No lo digas así, sabes que no tenía la intención de hacerlo y...
Kei se dirigió a la entrada del cuarto de repente, a lo que yo me puse alerta y lo observé atento. Su cabello estaba ondulado y caía con gracia sobre la frente, y tenía las inmensas ganas de acariciarlo, mas hacerlo sería entrar directamente al campo de batalla y todavía no estaba preparado para ello.
