Capítulo 7

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Me dolía la cabeza aquella mañana. Tenía a la rubia dormida sobre mí totalmente desnuda y con la boca abierta. Fui consciente a los pocos segundos de lo que acababa de pasar la noche anterior. El alcohol y casi tres meses de convivencia en esa caravana habían provocado que nos dejáramos llevar sin ningún tipo de pudor o control. Pero era solo eso sexo... de calidad. No quería moverme y despertarla porque me gustaba mirarla en silencio sin que se diera cuenta.

Mientras caía el agua caliente sobre mi cabeza iba poco a poco reconectándome con el mundo y recordando la noche anterior. Zulema y yo habíamos follado como si no hubiera un mañana. Tenía las marcas de sus dientes en mi cuello y las de sus dedos por todo el cuerpo. Fue el polvo más salvaje y excitante que había echado en mi vida. Pero solo era sexo, no quería darle más importancia porque tampoco la tenía.

Bajamos al restaurante del hotel sin haber cruzado palabra desde que Macarena se despertó. Nos sentíamos incomodas, sin saber muy bien qué decir.

-Oye... lo de anoche fue una tontería- Le dije mientras iba sirviéndome fruta variada y unas tostadas en la bandeja del buffet.

-Lo fue... el sexo entre mujeres está sobrevalorado -Mentí porque jamás le reconocería que me gustó.

Sonreí irónica y me senté en la mesa mientras Zulema se quedó esperando a que terminaran de tostarle un cruasán.

Llevábamos cuatro días disfrutando de Marbella y de sus lujos. Nos hicimos pasar por dos millonarias divorciadas que se dedicaban a gastar la fortuna de sus exmaridos. Pero, en dos días teníamos que irnos y no quería irme sin navegar. Me moría de ganas por alquilar un yate y disfrutar del mar en todo su esplendor. Pocas cosas te hacen sentir más libre que estar a bordo de un barco.

-Suite de lujo, restaurantes con estrellas michelín y ahora un yate con capitán y servicio... - Le dije mientras Zulema se tumbaba en la tumbona de al lado con un whisky con hielo y un cigarro en sus manos.

-Tenemos dinero suficiente para poder permitirnos esto – La rubia decidió quitarse la parte de arriba del bikini y yo no pude dejar de observar su cuerpo perfecto tras mis gafas oscuras. Se notaba que hacía deporte todas las mañanas.

-Si van a ser así siempre nuestras vacaciones, ya podemos ir pensando en cuándo coger las próximas – Zulema estaba muy guapa con ese bikini negro y el pelo semirecogido en una coleta deshecha. No podía evitar mirarla de reojo y recordar lo que pasó la primera noche en la suite. Las imágenes regresaban a mi cabeza cuando menos lo esperaba y me moría de ganas por poderlo repetir.

-Rubia, te estás quemando. Tienes la espalda roja como un tomate, ¿te has puesto crema?

-Eh... no, ¿tienes crema?

-Anda, déjame – Cogí el bote del protector solar y dejé caer unas gotas sobre la espalda de la rubia. Comencé a extender la crema mientras notaba otra vez el calor de su cuerpo y su piel erizada. El contacto con Macarena era un bálsamo y una perdición. Era imposible dejar de pensar en su cuerpo y en su cara mientras se corría en mi mano la primera noche en Marbella.

Sentir de nuevo a Zulema tocándome era justo lo que deseaba. Su contacto me provocaba calma y locura a partes iguales. No quería que dejara de tocarme, necesitaba su contacto. Necesitaba su piel contra la mía.

La rubia soltó un suave gemido cuando le pasé la mano por el borde de la braguita del bikini y me di cuenta de qué era lo que quería. Introduje mi mano por dentro de la tela acariciándole con suavidad el culo mientras separaba sus nalgas y las yemas de mis dedos buscaban su coño.

Zulema empezó a acariciarme con una suavidad muy placentera. Sus movimientos en círculos no dejaban de estimularme y me moría de ganas porque me volviera a follar como la primera vez.

-Gírate rubia – quería ver su cara de placer y clavar mis ojos en los suyos mientras se lo hacía. Le metí con suavidad dos dedos mientras ella me miraba mordiéndose el labio pidiéndome más. No pude evitar devorarle el cuello con mi boca y volver a comerle esas tetas tan tersas y perfectas.

Estaba completamente entregada a Zulema y a todo lo que me hacía. Era capaz de tocarme con extrema delicadeza y al mismo tiempo morder todo mi cuerpo como si me quisiera comer de verdad. Sus dedos entraban y salían de mi a un ritmo que me estaba matando.

-Fóllame. Fóllame más Zulema.

Empecé a subir el ritmo de mis movimientos mientras la rubia perdía el control de su cuerpo. Otra vez esa cara de placer, otra vez esos gemidos, otra vez esa humedad en mi mano que tanto me ponía.

-Córrete para mí rubia – Le dije agarrándole del cuello y clavándome dentro de ella

Otra vez Zulema lo había vuelto a hacer. Había conseguido dejarme exhausta de placer y con unas ganas locas de hacerla sentir lo mismo. Me puse encima suya y comencé a besar su cuerpo con ansias y desesperación. Metí mis dedos dentro de ella notando su humedad de nuevo y su cuerpo comenzó a buscar mi brazo siguiendo mis movimientos.

-Sigue rubia... sigue así

Movía mi mano cada vez más fuerte y metí apreté su clítoris con la otra mano. La cara de placer de Zulema era la octava maravilla. Había fuego en su mirada y me encantaba ser yo la que provocara eso.

-Dámelo Zulema...

Exploté de placer mientras Macarena perdía el control de sus movimientos dentro de mí. Sus dedos se movían cada vez más rápido con una perfección gloriosa.

ZURENA / De Cruz del Norte a la eternidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora