Estuvimos más de cuatro horas curándole la herida para hacerlo bien. La sangre había entrado y el color de piel de Zulema estaba empezando a cambiar.
-Parece que está bien – dijo Nicolás que iba lleno de sangre como yo.
Me abracé a Zulema y empecé a llorar descargando toda la tensión.
-Tienes que ponerte bien, por favor – le susurré al oído sin poder soltarme de ella.
-Macarena... ¿podemos hablar? – me dijo Nicolás
-Claro... - dije secándome las lágrimas
--Escúchame... tenéis que dejarlo, tenéis que dejar de hacer esto. Ya van varias veces que habéis arriesgado demasiado y cada vez será más difícil. Tenéis todo preparado para iros cada una a un sitio...
-Lo sé...
-Dad un golpe más y ya
-¿Un golpe más?
-El mes que viene van a poner una exposición nueva en el museo Thyssen-Bornemisza de un pintor ruso muy famoso.
-Sí – dije escuchándole y mirando a Zulema, que seguía dormida.
-Yo os puedo hacer pasar como personal que lleva los cuadros al museo. Solo tendréis que dar el cambiazo de un cuadro por una falsificación...
-¿En cuanto está valorado el cuadro?
-50 millones de euros
-¿Lo sabe Zulema?
-Cuéntaselo y dile que me llame
Nicolás se fue y yo me quede al lado de la morena sin despegarme ni para ir al baño. No podía dejar de mirarla y de acariciarla, necesitaba que se despertara y que estuviera bien. Pero tampoco podía dejar de pensar en que lo que me había dicho Nicolás. Llevaba razón no podíamos seguir así, yo estaba embarazada y no quería jugarme más veces la vida. Teníamos dinero de sobra.
Cuando me desperté, vi que estaba en la caravana y que la rubia estaba a mi lado dormida y abrazada a mí. Sonreí y la acaricié el pelo.
-Joder – susurré pensando en todo lo que había pasado. Lo último que recuerdo es estar en el coche volviendo a Madrid. Macarena me tuvo que traer aquí y hacer todo esto. Me miré las vías y sonreí. Era la segunda vez que me salvaba en menos de dos meses.
-Zulema... - la vi despierta y me abracé a ella con fuerza.
-Maca... - la abracé fuerte y la miré a los ojos sonriendo.
-¿Estás bien? – No podía dejar de llorar.
-Estoy bien, rubia... gracias. Un poco mareada
Macarena me hizo una sopa para que recobrara fuerzas y yo no podía dejar de sonreír como una imbécil mirándola. Verla tan afectada y preocupada por mí me hacía sentir querida, una sensación que nunca había experimentado.
-¿Te duele? – dije señalándole la herida.
-Un poco, pero nada que no pueda soportar
Zulema se tomó la sopa y me tumbé con ella acurrucándome en su pecho. Esa noche necesitaba sentir su calor, necesitaba estar con ella y que me tranquilizara como solo ella sabía hacer con sus caricias y sus besos. Cuando lo hacía no existía nada más en el mundo, solo ella y yo.
Sujeté la cara de la rubia y la besé despacio, de una manera cariñosa, casi romántica. Ella me respondió en seguida y estuvimos así, jugando con nuestras lenguas y nuestros labios un largo rato.
Empecé a besarle el cuello con suavidad poniéndome encima de Zulema.
-¿Te hago daño? – le dije acomodándome sobre la morena.
-No – sonreí – y la besé pegándola más a mí.
Nos desnudamos con suavidad, sin dejar de besarnos en ningún momento. La ropa salía volando hacia todas las direcciones posibles hasta desnudarnos al completo. Busqué la postura perfecta y empecé a rozar con suavidad mi coño contra el suyo.
Macarena se estaba moviendo a un ritmo suave e incesante que me estaba matando. No podía dejar de besarla, ni de tocarla, ni de follármela.
-Me encanta así... - dije subiendo el ritmo y viendo la cara de placer que le estaba poniendo a Zulema.
Clavé mis dedos con suavidad en su culo empujándola contra mí y buscando que acelerase el ritmo. Necesitaba que se moviera más fuerte, que me lo diera todo.
Fui subiendo el ritmo poco a poco gimiendo en la boca de Zulema y dejándonos llevar por el placer.Estábamos haciéndonos el amor y eso me encantaba.
Sentía que iba a correrme si Macarena seguía así. Me agarré a ella con fuerza y aceleré moviéndome yo desde abajo buscando el roce intenso.
-Me corro – gemí en el odio de la morena dejándome llevar por el placer.
Temblamos mientras sudábamos y gemíamos dejándonos llevar por nuestros impulsos en un largo orgasmo delicioso.
A los dos días de regresar, Zulema estaba mejor y yo quedé con Tere para contarle lo de mi embarazo y seguir aclarando mis ideas.
-¿Y qué vas a hacer? – me preguntó después de confesarle que estaba embarazada y quería tenerlo.
-Vamos a dar nuestro último palo en dos semanas y después nos iremos para siempre
-¿Juntas?
-No lo sé... yo... estoy enamorada – era la primera vez que verbalizaba mis sentimientos y me sentí aliviada al hacerlo.
-¿Y Zulema?
-No lo sé, nunca hemos hablado de esto. Pero, cuando nos miramos – sonreí con cara de tonta – se para el mundo.
-Siempre habéis tenido mucha química. En la cárcel hicimos una apuesta sobre cuánto tiempo tardaríais en liaros
-¿Y quién ganó?
-Saray seguro que no porque dijo que nunca y Rizos dijo que antes te pegarías un tiro
-Tampoco yo hubiera pensado nunca que me pudiera pasar esto, pero no lo puedo evitar. He intentado todo Tere... todo. Pero soy feliz a su lado...
-¿Sabes? Alguien me dijo una vez que uno nunca debería sentirse culpable por ser feliz
-Gracias – Tere me acariciaba la mano y sentía una gran confianza con ella. La necesitaba. Era, sin duda, mi gran confidente.
-¿Se lo vas a decir a Zulema?
-Cuando acabemos el atraco. Le voy a pedir que se venga conmigo y le voy a contar también lo de mi embarazo. Si pudiera pedir un deseo sería crear a este niño junto con ella. Las dos juntas.
-Bueno, seguro que su primera palabra es una palabrota, pero te mereces ser feliz, rubia
-Gracias, Tere. Te quiero – la besé y la abracé con fuerza antes de regresar a la caravana. Lo había decidido. Después del atraco le confesaría a Zulema que la quería, que estaba enamorada de ella.
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ZURENA / De Cruz del Norte a la eternidad
FanfictieHistoria basada en los personajes de Macarena Ferreiro y Zulema Zahir. Su vida después de Cruz del Norte. Reinterpretación de lo que podría haber sido Vis a Vis: el Oasis. Sexo, atracción, orgullo, negación de sentimientos, atracos y zurena en vena.