Todo el caos se ha desatado a mi alrededor. Trago fuerte tratando de aguantar las lágrimas mientras Villamil me grita enfurecido y fuera de sí.
—Villaco, calmese, ¿qué le pasa?—dice Isaza y el ojiverde le ignora.
—¡No quiero que te me acerques, Mishelle!—grita de nuevo—. Esto se acabó, ¿entiendes?
Villamil se da media vuelta sin dejarme si quiera replicar. Los Vargas e Isaza me lanzan miradas que van entre la perplejidad y el reproche. Los entiendo. Sé que Rebecca ha sido amiga suya desde hace años y sé que están enojados conmigo y Villa por hacerla sufrir. Isaza me mira con decepción antes de marcharse.
Me doy la vuelta buscando algún lugar en el que pueda estar sola. Una vez que encuentro un rincón en el auditorio me siento en el suelo y dejo que mis lágrimas reboten.
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