CAPITULO 11 COVEN

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No sé cuánto tiempo permanecí allí, de rodillas en el centro de un amplio círculo de tierra quemada, allí quieta y sin moverme, llorando en silencio mientras sostenía entre mis manos las cenizas que alguna vez habían sido Ledea.

Sintiendo como, lenta e inevitablemente, se me escapaban entre los dedos, como agua, cada vez que el viento soplaba

Cercas de mi podía sentir la presencia de Lu, que en silencio esperaba a que yo estuviera lista para continuar. Pero no me quería mover, no tenia ánimos para continuar

Suave, sutilmente como un delicado beso, escuche su voz, de inmediato alce la cara sorprendida y esperando verla, pero a mi alrededor solo había tierra calcinada. Pero seguía escuchando su voz, sintiendo su presencia.

Cerré los ojos y pude verla, escucharla tan claramente como si estuviera allí, a mi lado. Entonces supe, sin lugar a dudas, todos sus sentimientos, cada uno de sus pensamientos. Todo lo que ella había sido era ahora mío, ella era mía, como jamás pensé que pudiera ser posible.

Sin pensarlo, casi sin darme cuenta, mis manos fueron hacia el centro de mi pecho, allí en la joya roja que tenia incrustada, en mi cuerpo, podía sentir un cálido palpitar: era su corazón, el de Ledea y el mío latiendo juntos, unidos por siempre

Llore y reí envuelta en una oleada tras otra de emociones, sus sentimientos y los míos, sus pensamientos y los míos, ambos se mezclaban entre sí. Se volvían uno solo. Ya no éramos dos, ya no era yo. Éramos nosotras

Lentamente me puse de pie, voltee a ver a Lu con una leve y torcida sonrisa que él me devolvió mientras me ofrecía sus brazos, a los que dé un salto me arroje. Estuve allí, acurrucada entre sus brazos, protegida y resguardada, llorando y riendo hasta que me quede dormida. Estaba cansada, muy cansada como nunca lo había estado antes

Por fin me di cuenta del precio que debía pagar por la Zjarr Shpirt: ya no era yo, la pequeña y miedosa niña que había cruzado aquella puerta, ahora era una mezcla de todas almas que iba consumiendo. Seguía siendo yo misma pero ahora, la presencia de todas aquellas almas dentro de mí, me estaban cambiado, tal vez su influencia no fuera tan intensa como lo era la de Ledea pero allí estaban, las podía sentir, a todas y cada una. Hablándome, enseñándome, cambiándome poco a poco

Por un instante me estremecí al pensar lo que habría pasado si hubiera consumido el alma de Belfiore, la horrenda influencia que aquella cosa hubiera podido tener en mí.

Suavemente fui despertando, estaba recostada sobre una alfombra de pasto tan suave que parecía seda y tan esponjosa como un colchón; una delicada cortina de flores me cubría del intenso sol mientras una suave brisa me refrescaba con cariño inesperado. Aquel lugar donde desperté era más hermoso que un sueño, era un pequeño paraíso que me rodeaba.

Estaba tan cómoda, me sentía tan a gusto allí que no me quería mover, no tenía ningún deseo de levantarme. Perezosamente me di la vuelta quedando sobre mi costado, así pude ver hacia un pequeño estanque de deliciosas aguas cristalinas que burbujeaban alegremente como si se tratara de un manantial

El gentil burbujeo del agua era como un hermoso arrullo que me invitaba a dormir y descansar, con ojos cansados me le quede viendo mientras unos preciosos ojos, más azules que el agua, me veían también. Nos estuvimos viendo durante varios minutos hasta que por fin fui consciente de que el agua me estaba viendo, entonces prácticamente brinque sobresaltada y temblando de miedo

"shh, tranquila, duérmete" dijo una pequeña voz en mi oído "shh, descansa, tienes mucho sueño" dijo mientras un perfume más delicado, que el más sutil de los aromas, me invadía haciendo que pudiera relajar todo mi cuerpo, como si no tuviera fuerzas "shhh, aun estas cansada pequeñita"

Mi amigo y yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora