Confesión #2

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Un raro suceso
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El día en el que Jirō se fue dejándome solo, sentí que mi alma y mi vida ya no tenían sentido si ella no estaba a mi lado.

Muchas veces me pregunte en que falle, fui malo en la cama, a caso ronco y no lo sé, se fue sin dejarme alguna explicación por su partida. Mínimo me la merecía.

Los días pasan lentamente, mi cuerpo está olvidando sus manos y sus besos. ¡Mi cama se siente fría! Pero no puedo hacer nada.

Cuando voy a la cocina me detengo a mirar la taza que le encantaba usar para prepararse un rico café con leche desnatada. ¡Odio todo esto!

Su ausencia se nota conforme los días avanzan y estos se convierten en meses, hace tiempo que ella se fue. Ya no recuerdo mucho y estoy seguro en que si me la encuentro por la calle no me reconocerá, yo no me reconocería.

Cada vez estoy peor por su partida, se cumple un año de ella. ¡Quiero verla, decirle que vuelva! Me imagino su risa por mis palabras.

Cada vez estoy más cansado, mis ganas de vivir están por acabar. Me gustaría despedirme de ella y ella de mi pene, porque sí, a ella le fascinaba.

Camino por las solitarias calles tratando de entretenerme con las luces tintineantes de los aparadores o de los autos pasar.

Miro un bar, decido entrar y beber un poco, no es que me guste pero hoy quiero hacerlo. Todo lugar en la barra y pido vodka, ¡Quiero beber!

Cuatro vasos después me doy cuenta que al otro lado de la barra está ella junto a un chico que no me causa buena espina. ¡El tipo es mas feo que yo! O sea que me dejo por ese. Terminó el líquido del vaso que tengo en mi mano y reuniendo valor me acerco a ella.

No me reconoce, ¡Eso me molesta!

—Tanto tiempo sin verte —dije de lo más normal —. ¿Cómo has estado?

Ella me mira sin entender y pasa por el desconcierto hasta reconocerme por completo.

—Veo que decidiste salir de tu cueva y parecer una persona normal.

Escucho la burla en su voz y me tiento a abofetearla y hacer que se retracte.

—Sabes bien que las personas normales me dan asco, pero quiero pedirte un favor.

Ella me observa y suspira.

—Siempre y cuando no me cause molestia —toma de su copa.

—Quiero que vuelvas a casa, mi pene te extraña y mi cama se siente sola.

Su acompañante bufo pero no le doy importancia, ella negó.

—Estas molestando y creeme que tu pene no es el único que pueda tener entre mis piernas.

—Entonces, ¿Puedo tocar una? —señale sus hermosos pechos.

—Mejor vete y déjame en paz.

Empezó a ignorar mi presencia. Volví a mi lugar y seguí bebiendo hasta no saber de mi.

Despierto al sentir un golpe en mi trasero, bostezo y buscó a quien causo eso. Sonrió al encontrarme con la mirada pervertida de mi novio.

—Tan temprano y con ganas —digo mientras mi sonrisa se hace más grande.

—Bebé no sabes lo que me causas al mostrarte antes mi sin nada —él mete su mano en mi zona baja, empieza a acariciar mi entrada hasta meter dos dedos. Es fácil gracias a la actividad anterior.

—Hmm, Hanta… —dejo salir varios gemidos —. creo que te eh sido infiel…

Mete otro dedo y me observa con sus hermosos ojos. Acaricio su mejilla y lo indujo a besar mis labios.

—¿Con quién? —sus dedos entraron provocando que abra más mis piernas y sienta que estoy a punto de correrme.

—Con Jirō… Hum —mis gemidos decoran la habitación.

— ¿Ah? —sigue en lo suyo sin tomarle importancia a lo que he dicho.

—Soñé con ella —mis palabras salen entrecortadas por el movimiento de sus dedos en mi interior.

—Kaminari debes olvidar lo que paso con ella, eso está en el pasado. Ahora concentra tu atención en mi, o te castigaré —dijo al momento que muerde mi cuello y empieza a succionar mi piel. ¡Sus castigos son horribles y me duelen mucho!

—Lo se, solo que es inevitable mandar en los sueños. Se que ella partió y ya no está… —mis palabras se cortan cuando siento su pene invadir mi interior —. ¡HANTA!

Suelto un grito de sorpresa. Este idiota hace las cosas impulsivamente. Pero aun así lo amo. Despejo mi mente y me dejo llevar por su cuerpo.

Ya después pensaré en llevarle flores a Jirō sin que Sero se entere…

Aunque no debe enojarse. Ella ya murió.

Estoy cansado, anoche no pude dormir bien. A lo lejos miro a mi amigo Sero y corro hasta donde está.

—Sero necesito confesarte algo —le diré lo que pasó, sólo espero no se moleste.

—Esta bien.

Él sonríe y me dejó llevar. Debo confesarle mi más loco sueño aunque omitiendo lo último.


Continuará

Las confesiones de Kami serán bien raras... Algunas sin sentido, otras de humor, etc.

Las confesiones de Kaminari DenkiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora