El Botín de Guerra

Capítulo 6

25 de diciembre de 2000

Amanda y yo habíamos estado saliendo desde el verano y estaba en un punto álgido de la vida. Tenía un buen auto, estaba sacando buenas notas, terminé el fútbol mientras buscaba una beca y todavía tenía tiempo para Amanda. No podría pedir más.

Desde el verano, su cuerpo seguía creciendo. Su cara había recibido un golpe, ya que durante los primeros meses no era demasiado notable, ahora tenía una prominente papada. Sus senos eran monstruosos ahora, balanceándose y hundiéndose incluso con un buen sujetador para sostenerlos. Su vientre se había ensanchado, dándole mangos de amor en ambos lados. Sin embargo, su trasero es lo que recibió el mayor golpe. Había subido 8 tallas de pantalón en el primer semestre. Sus muslos parecían salchichas rellenas y su trasero parecía inflado incluso cuando estaba lejos. Tener su trasero sobre mí ahora era como un pequeño pedazo de cielo.

Esto hizo poco para terminar su belleza. Su cabello, largo y rizado, colgaba hasta casi su trasero ahora y enmarcaba perfectamente su rostro. Su maquillaje siempre estaba bien hecho, se vestía muy bien (me aseguraba de comprarle siempre sus cosas bonitas) y a menudo íbamos juntas a la iglesia. Como dije, poco para ser desagradecido.

Era Navidad ahora, y las vacaciones iban a ser geniales. Amanda y yo estábamos planeando ir a varias casas de parientes y acosarla durante toda la semana. Ahora que le había contado sobre mis fantasías, ella las consentía a menudo y las había abrazado con los brazos abiertos.

Primero, fuimos a la casa de mis abuelos. Allí tuvimos pavo, puré de papas, relleno, básicamente los alimentos que encontrarías en el día de acción de gracias. Todos nos saludaron, y todos estaban bien familiarizados, así que nos pusimos manos a la obra. Nos sentamos a comer al mediodía y Amanda no dejó de palear comida hasta cerca de las 3:00. Su suéter, que estaba un poco suelto antes de que comiéramos, ahora estaba ajustado a la piel y sus jeans parecían tensar las costuras. Se inclinó hacia atrás en su silla, solo para ver que el botón de sus jeans salía volando, golpeando la pared adyacente.

Éramos los únicos que quedaban en el comedor, ya que todos los adultos habían ido a beber a la sala de estar. Ayudé a Amanda a subir y entrar a nuestra habitación de invitados cuando comencé a frotar su vientre duro, hablando con ella sobre lo gorda que había engordado y lo cerda que era.

Ella sonrió cuando la besé y tomó una siesta poderosa, sonriendo mientras sabía que toda esa comida rápidamente se convertiría en grasa.

Unas horas más tarde, a media tarde, nos despedimos y nos dirigimos a la casa de sus abuelos. Muchos de sus parientes no la habían visto desde su enorme ganancia. Mientras conducíamos, me tocó el hombro con una mirada preocupada en los ojos. "Cariño, ¿y si mi familia me odia por mi peso ahora?" "Si no les gusta, entonces tendrán que lidiar con eso y ahora no lo harán. No debería tener que cambiar".

Se inclinó y me picoteó en la mejilla, ya que no pude evitar notar su evidente escote colgando cuando lo hizo.

Llegamos a la casa y cuando la puerta se abrió, el olor a comida increíble se deslizó hacia nuestras narices. Ella ya estaba enganchada. Sus padres y abuelos salieron a vernos; sus padres estaban acostumbrados a su hija, pero sus abuelos tuvieron una reacción más que desconcertante. Ni siquiera reaccionaron a su aumento de peso, y la trataron igual que de costumbre. De hecho, ¡probablemente ayudaron a alimentarla mejor que yo la mayor parte del tiempo! Cargó plato tras plato de comida colmada, esta vez con sudaderas para evitar cualquier "problema".

Finalmente nos rodeamos allí, su panza se llenó hasta el borde y tuvo un ligero movimiento hacia ella. La ayudé a subir al auto ya que se estaba haciendo tarde y se fue a casa con sus padres. Sin embargo, todavía recuerdo esta Navidad, porque fue la primera Navidad juntos, y la última antes de que tuviera que irme ...