CAPITULO: 45

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ShangFan me trae a su empresa porque está tan ocupado que no puedo volver a casa, pero no se siente seguro dejándome en algún sitio donde no me puede ver, por eso me ha traído.

Esto también es la clave para cambiar esta situación.

El día que me saca de la habitación en la que llevo encerrado dos meses, bajo las escaleras y me meto en el coche de una vez. Acaban de dejarme en el asiento trasero del coche y ya me han preparado otra localización en la que encerrarme: su despacho.

Pensaba que no me dejaría aparecer delante de otra gente, pero me equivoqué. Me pone en un sofá de la esquina de su despacho abiertamente, sin evitar las discusiones de negocios o secretos delante de mí. Pero odio cómo los ojos de todo aquel que entra no se apartan de mi cuerpo.

Tanto los hombres, como las mujeres me miran como si fuese un animal del zoológico. ShangFan me mira con una sonrisa escondida cada vez que eso ocurre. Quiere disfrutar de mi bochorno, así que me siento derecho y permito que la gente me admire tanto como quiera. Cuando se da cuenta que estoy enfadado con él, me mima.

Hojeó el libro que tengo en la pierna de vez en cuando. Cojo el café que tengo al lado y le doy un sorbo antes de fruncir el ceño. Odio el café, sobretodo recién hecho.

Mis ojos se mueven a la bandeja, donde hay una notita con una escritura delicada y bonita: "busca la manera de hacer saber al joven amo dónde estás".

Cojo aire y dejó la taza vacía en la bandeja.

ShangFan, que está concentrado en su trabajo, me mira y yo señalo la taza vacía.

–No me gusta.

Él apoya la mejilla en la palma de su mano y me habla con cierta holgazanería.

–Culpa mía, debería haberte dado leche.

–Prefiero café blanco.

–Cuidado o no podrás dormir de noche. Cuando llegue el momento, no me importa tener que hacer otra cosa.

El libro de mis manos sale volando, pero él continua con esa expresión vaga después de haber esquivado el golpe.

Minutos después, como cabía esperar, una persona entra para traerme una nueva taza de café blanco. Es el mismo hombre que me ha traído el café antes. Asiento con la cabeza y acepto el café.

–Quiero ver los fuegos artificiales mañana pasado. – Digo.

La frase se la he dicho al hombre que me ha dado el café. Él se retira con una pequeña sonrisa en los labios: mi localización está decidida.

–Hoy tienes muchas exigencias. – ShangFan levanta la cabeza.

Relajo todo mi cuerpo, me acomodo en el sofá y le pego un buen trago al café blanco que tengo entre manos. El rico sabor inunda mi boca al instante.

–Eres rico, ¿por qué eres tan tacaño?

–Necesito un motivo que demuestre que no tienes nada preparado.

–¿ "Estoy aburrido" cuenta? – Le miro con los ojos helados.

– Si tuvieses una razón lógica no te creería. – Su manía de dar golpecitos con el bolígrafo sobre la mesa antes de volver a trabajar no ha cambiado.

Y en ese momento, casi se me sale el corazón del pecho. Al principio no sabía que el que me da de comer es, en realidad, uno de los subordinados de Ye CanSheng. Si no hubiese visto los números de teléfono y su nombre, seguramente no habría podido adivinar que yo soy a quien su amo está buscando desde hace dos meses.

ENFERMIZO TIRÁNICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora