OO5

253 30 25
                                    

- ¿A dónde me llevas? -pregunta tratando de llamar la atención del pelinegro que caminaba a paso veloz al escabullirse por los antiguos pasillos de la Academia.

A Hanji le sorprende que Levi conozca la existencia de estos, pues, con todas las renovaciones no se trataba de la parte más habitada del internado. Incluso ella desconocía ciertas partes gracias a que está prohibido adentrarse por esas zonas, la directora (quien irónicamente es la madre del más alto) más de una vez había dejado muy claro que era peligroso andar por allí a causa del estado deteriorado en el que se encontraba.

Pero a Levi no parecían asustarle ni las viejas paredes,ni romper las reglas, y por más que a Hanji le hubiese gustado actuar como si no le espantara nada, sus nervios se expresaban con las miles de preguntas que salían de su boca cada minuto durante el camino.

-¿Por qué no me respondes Levi?, no podemos estar aquí. - advirtió parando en seco, casi perdiendo el equilibrio debido al peso de sus libros. Esos mismos que esperaba el idiota pelinegro se ofreciera a cargar desde hace 20 minutos atrás. Pero Levi parecía no formar parte del grupo de muchachos con distintiva caballerosidad que la frecuentaban.

- Hablas mucho Hanji, te vas a perder la diversión.- dijo sin detenerse obligándola a seguir tras él.- Además, ya casi llegamos.

- ¿Llegar a donde? Si alguien nos ve me pueden expulsar, hay que volver. - chilló angustiada mirando sobre sus hombros que nadie fuera testigo de aquel delito.

Hanji estaba tan confundida que llegaba a estar asustada, y ver a Levi tan relajado le hacía creer que ese malhumorado había perdido la cabeza. No tardó mucho para que el pánico se adueñara de sus pensamientos logrando exagerar la situación.

Aunque teniendo en cuenta que estaba acompañando a un chico, que no era precisamente un amigo de toda la vida, a un lugar apartado donde nadie escucharía sus gritos y más sabiendo el estado del mundo respecto a la violencia de todo tipo contra la mujer, tenia todo el derecho de estar asustada.

-Te sorprenderá lo que voy a mostrarte. - dijo el más bajo relajado, al sentirla tensa bajó la mirada para verla, estaba asustada como si fuese una niña pequeña. Algo en su pecho se removió al verla tan frágil. Decidió posicionarse frente a ella y tomar el mentón de la chica para que pudiera ver sus ojos

-Hanji, no pienso hacerte daño ¿si? Relájate. - y aunque su voz ronca jamás sonó tan suave la castaña solo asintió como si estuviera recibiendo un reto, sin sentir la verdadera calidez del mensaje.



Petra, con su uniforme impecable, cabello sedoso y mentón bien alto se encontraba almorzando en la cafetería ese día sabiendo que el motivo de los susurros era ella. No le importaba no tener al grupo completo para darle fuerzas, ya que nadie sabía el paradero de Hanji. Ese día se sentía en la cima del mundo.

¿El por qué de su sonrisa triunfante? Oh, sólo que tenía una cita con el chico más apuesto que el mundo haya podido crear. O por lo menos así se veía detrás de sus ojos.

Ese día se sentía tan fuerte, que miraba directo a los ojos de Pieck sin dejar de sonreír sabiendo que el motivo de su ceño fruncido era ella. No le temia a su séquito del mal, mismas que la asesinaban con la mirada.

Probablemente en otra ocasión ver a Yelena susurrar al odio de la abeja reina mirando hacia su dirección la hubiese aterrado de tal manera que saldría corriendo de la cafetería, pero ese día era valiente y por sobre todo ese día la cafetería era suya.

- Pieck está viéndote. - dijo Nifa a su lado mientras ojeaba una revista despreocupada.

- Lo se, yo estoy viéndola también.-su voz expresaba notoria confianza, esa que causa una sonrisa en los labios de su amiga orgullosa por no verla intimidada como de costumbre ante una situación como esa.

DemonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora