El 24 de junio, mi doctor aseguró que algo no iba bien.
Siempre respondía bien a los tratamientos y nunca me había percatado de nada malo, o por lo menos, nada de aquello me afectaba.
Por mi lado, trataba de contradecirle, explicandole que podía leer cada microscópica letra de las gordas guías telefonicas.
Doctor James: Quizá puedas hoy, pero mañana..
Yo: Por favor, entiendeme. Las niñas de veinte años tienen prioridades absurdas.
Doctor James: Es bueno que te diviertas un poco y te distraigas.
Yo: Pero ¡No puedes quitarme lo mas preciado que tengo! Quiero leer, no mirar a chicos inmaduros que solo saben de tener..
Mamá: Suficiente. Gracias James, nos vemos el próximo lunes.
Desde ese día, no puedo dejar de pensar en las palabras que escuché decirle a mamá mientras yo suponía quedarme en la sala de espera.
"Lo más probable es que debamos operarla. Lo difícil de esto, es que, hay dos resultados: Puede que sea un éxito, o un fracaso, dejandola ciega".
Sentía sus sollozos.
Me deprimía.
Lo más mierda que puede tener una madre, es a un hijo enfermo.
Practicamente es como si ambos padecieran de la enfermedad, lo que los une mucho más.
El 6 de octubre decidí acompañar a mi tía al Instituto del Cáncer -En su caso, al pulmón-.
Ancianos, adolescentes, niños y adultos colapsaban los pasillos. Por momentos me sentía muy agradecida de no padecer de aquello.
Mi tía me envió a la sala de espera nuevamente. Sabía que tardaría a lo menos una hora; haciendome optar por observar en la zona infantil a criaturitas correr y divertirse.
Como si tuviesen en un frasco, sonrisas diarias para mantenerlos en frente de la sociedad, felices, sin pensar de lo que sufren.
Mis Vans rechinaban con el piso. Era un sonido irritante que me daba como diminutas corrientes eléctricas al sentirlo rozar con la planta del pie.
-Cuidado niñita-Me susurrò al casi caer sobre él.
-Abrocha tus cordones, estúpido.- Le grité al muchacho de unos dos o tres años más que yo.
Sinceramente, me fastidió y me dejó en rididículo frente a las personas que caminaban por al rededor.
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Take a Smile.
Teen FictionLea y Phil no tienen tiempo para ser adolescentes. Philip Urist es la imagen paterna de la familia. Lea Williams acompaña todos los días a su tía al Instituto del cáncer. Instituto donde se conocen de la peor forma. De a poco y mutuamente conocen l...