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15 de febrero del 2013

8 A.M.

Natasha miró por encima de su hombro. Aunque la calle estaba atestada de transeúntes, no notó a nadie con comportamiento sospechoso. Por algún motivo fuera de su conocimiento, su instinto le decía que algo estaba sucediendo. Compró un helado del vendedor en el parque y también un periódico del día antes de continuar caminando, en espera de alguna señal de que alguien la vigilaba.

Se sentó debajo de un frondoso árbol a esperar a cierto supersoldado. Ese parque no era muy concurrido, así que era poco probable que alguien del trabajo o algún otro conocido los reconociera. Steve llegó sonriente y se sentó a su lado. La mujer se inclinó un poco hacia él, recibiendo un beso en la frente. Hizo una mueca al haber esperado sentir la lengua del capitán contra la suya. Rogers aceptó el periódico y comenzó a leer las noticias de la primera plana.

―Escuché que tu misión fue un éxito ―comentó la pelirroja.

―Así es, Nat. Rescatamos a más de veinte niños secuestrados que iban a ser vendidos.

―Es un excelente resultado. ¿Qué planes tienes para hoy, capitán?

―Quiero que demos un paseo en motocicleta alrededor de la ciudad donde crecí.

―Perfecto.

Caminaron de la mano hasta el lugar donde el hombre había estacionado su motocicleta. Steve guardó el periódico en el compartimiento debajo del asiento y luego subió. Natasha se acomodó detrás suyo, sin desaprovechar la oportunidad que tenía al tenerlo tan cerca. Le dio un beso en la nuca y acarició los abdominales del rubio. Steve carraspeó mientras intentaba no emocionarse, ya que un fuerte apretón de sus manos podría destruir la parte delantera de la motocicleta.

―Nat... ―advirtió.

La rusa se detuvo después de una mordida cariñosa en el hombro. Le encantaba tentarlo. Era algo que le salía muy natural. El hombre con el que estaba saliendo podía despertar pasiones en cualquier mujer. Nadie podía culparla por aprovechar la proximidad que tenía.

Pasearon hasta que llegó la hora del almuerzo. Steve escogió un restaurante modesto para invitarla a comer. Su mamá acostumbraba llevarlo allí en los cumpleaños donde conseguían juntar algo de dinero y celebraban con algo más que un pastel.

―Tu madre estaría orgullosa del hombre en el que te convertiste ―sonrió la pelirroja, tomando su mano por encima de la mesa.

―Estoy seguro de que le agradarías.

Ella le acarició la mano.

―Lo dudo ―admitió―. Ustedes tenían otras costumbres, no soy la chica que todas las madres sueñan que sus hijos les presente.

―¿Por qué lo dices?

―Estoy convencida de que ella deseaba algo más tradicional para ti. Nuestra relación es complicada.

―Nos estamos conociendo, no hay nada complicado en eso.

―Tiendes a querer simplificar el asunto. Lo cierto es que no me gusta exponer demasiado mi vida privada.

―Lo sé.

―Quizá algún día te cuente sobre los enemigos que temo aparezcan en cualquier momento.

Fue el turno del supersoldado de acariciar la mano de la agente. Deseaba con el corazón que ella se abriera completamente y llegara a compartir con él toda su historia y sus pensamientos.

―¿Quieres ir a algún lugar en especial? ―inquirió el hombre.

La pelirroja sonrió de lado.

Law of Attraction | RomanogersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora