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Lee Jeno es tan... Erótico.
Si tuviera que describirlo en una sola palabra sería esa.
Erotismo.
Desde la forma en la que relame sus labios cada vez que los siente resecos hasta cuando da pequeños mordiscos en ellos cuando está nervioso, justo como en ese momento.
Jaemin le había indicado que se quedara en la universidad ya que pasaría por él, pero Jeno realmente era muy impaciente y eso le traía consecuencias, casi siempre por la misma razón, desobedecer a su amo.
Jaemin lo veía desde el marco de la puerta de la habitación, y no era algo raro que lo observara, pero esta vez era muy diferente porque la mirada de el peliazul era penetrante, molesta, el brillo en sus ojos había desaparecido y solo daba paso a los orbes totalmente oscuros. Jaemin siempre había sido fácil de descifrar, pero Jeno en ese momento se sentía tan pequeño, tan avergonzado que no podía siquiera sostenerle la mirada a su novio.
Pero, oh mierda... Como le encantaba sentirse así.
Amaba con todo su corazoncito sentirse tan dominado por Jaemin, y este último no podía sentirse más satisfecho de ello.
Después de unos segundos de silencio, el rubio por fin decidió hablar. Abrió su boca pero ningún sonido salió de ella, tragó saliva duramente y volvió a intentar hablar.
—Nana, yo-
El nombrado arqueó una ceja y Jeno supo que la había cagado.
—¿Perdón? ¿Cómo me llamaste?
Jaemin se acercó un poco más y Jeno tembló en su lugar, había comenzado a excitarse con tan solo escuchar su voz cargada de molestia.
