CAPÍTULO III

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La mañana llegó cargada de un clima completamente frío, no había nieve ni nada por el estilo, pero la casa estaba inundada de un aura gélida.

Jungkook se levantó temprano y como de costumbre, se dio una ducha, se cambió de ropa y salió directo a la cocina.

Movimientos completamente autómatas y rutinarios.

-Demonios, son las nueve y Yoongi no se ha levantado-musitó después de ver su reloj- no pienso desayunar solo-agrego y a pasos rápidos llegó hasta la habitación del nombrado. Al abrir la puerta se topó con la imagen de un Yoongi dormido en el escritorio.

El sonido de los pasos de Jungkook logró despertar a Yoongi, el cual sonrió.

-Envía el papeleo-musito con voz adormilada, mientras extendía una gran carpeta llena de hojas.

-Espera... ¿tú hiciste el papeleo de una persona omitida? Yoongi no te hubieras molestado, me estas quitando el trabajo-dijo mientras tomaba aquella carpeta.

-Jodete, ¿qué hiciste de desayunar?-pregunto mientras se levantaba de la silla- ¡Ah!-se quejó cuando su espalda crujió debido a los estiramientos que había comenzado a hacer.

-Ramen-respondió Jungkook con una expresión preocupada- ¿estás bien?

-Nunca más te vuelvo a ayudar con este tipo de papeleo...

Y como todos los días, desde hace veinte años; el desayuno degustado fue un ramen instantáneo. Al terminar ambos amigos se despidieron y se fueron rumbo a su trabajo como ángeles de la muerte. Todo siendo una completa rutina aburrida, almas renegando sobre su destino y personas omitidas. Cuando el día laboral terminó, ambos regresaron a casa y para suerte esta vez coincidieron en su llegada.

-Yoongi, odio este trabajo- se quejó Jungkook mientras se tiraba al sofá.

-Al menos no tienes a cinco personas omitidas y problemas con la empresa...

-Ya, dame el papel y lo firmo...-hablo casi en un suspiro.

-¿No me mientes?-pregunto incrédulo el de ojos gatunos.

-Me ayudaste con una persona omitida, obviamente voy a pagarte el favor...

Yoongi se levantó con pesadez y a paso lento se fue rumbo a su habitación. Mientras que Jungkook se acomodaba en el sofá. Cerró los ojos, y el sueño lo atrapo llevándolo rápidamente al día en donde se topó con aquel niño parecido a su Rey.

"¿Quién eres? ¿Cómo es que lograste desequilibrarme así?". El subconsciente de Jungkook repetía esas preguntas mientras la misma escena se repetía, el caminando en aquella calle oscura y aquel niño de mejillas regordetas.

La voz de Yoongi logro despertarlo. Al abrir los ojos e incorporarse en el sofá, este vio que el contrario traía el contrato en una mano y dos botellas de cerveza en la otra.

-Toma...-dijo con pesadez Yoongi mientras extendía una botella y el contrato.

-Gracias-Jungkook tomo ambos y se hizo a un lado para que Yoongi se sentara.

-Y dime, ¿cómo estuvo tu día?-pregunto Yoongi mientras destapaba su botella.

Jungkook termino de firmar y destapo su botella.

-Demasiado estresante. Un hombre no paraba de rogarme para darle el té de "cielo", pero joder mi trabajo es solo darles lo que se merecen, si él no se comportó de forma adecuada entonces no puedo darle algo que no le corresponde-hizo una pausa y sonrió- luego me toco una muerte estúpida, un chico de Daegu murió gracias a una cascara de plátano. Sé que no es correcto burlarse de los muertos, pero, hubieras visto su cara cuando cayó en cuenta que había muerto como en una película cómica...

Promise |Kookmin| +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora