Destino

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El radio que se encontraba en el buró al lado de su cama. Abrió los ojos y miro el reloj que marcaba las 3:16 AM, tomó el radio adormilada y se reporto.

— Amara, tenemos una emergencia. ¿Puedes llegar en cinco minutos?

— Claro, en seguida. ¿A dónde?

Luego que el hombre del otro lado del radio le dio las indicaciones necesarias para que ella pudiera llegar. Se colocó el uniforme rápido y tomo su pequeña mochila para ir a su motocicleta para ir al lugar del accidente.

— Está muy grave, tenemos que actuar rápido.

— ¿Llamaste a Patch?–

Comento la castaña a su compañero que subía a la camilla al hombre que hace unos momentos había sido atropellado. El hombre estaba al borde de la muerte y si no lo ingresaban al hospital rápido podría morir.

— Si, está en camino. Es más ahí viene

Dijo el rubio al ver la ambulancia que se acercaba y en cuanto estuvieron listos subieron al hombre y se pusieron en marcha para ir al hospital más cercano.

— ¡Oh Dios, es el doctor House!

Chillo una de las enfermeras que vio al hombre inconsciente, la joven paramédico se sorprendió al saber que aquel hombre era de quién la mayoría de sus compañeros hablaba.

En cuanto el doctor estuvo estable ella logró estar más tranquila. Era una costumbre que tenía de estar al pendiente de las personas a las que ayudaban.

En dos días el doctor ya estaba completamente bien aunque aún no lo daban de alta, protocolos le decían pero el diagnosta ya estaba harto.

El hombre estaba por levantarse cuando las puertas de su habitación de abrieron dejando ver a su odiosa enfermera.

— Tienes suerte linda, está despierto– dijo la mujer provocándole curiosidad–

— Oh, bueno... Mejor me voy, aún estoy en...– antes de que la joven se fuera él elevó su voz–

— Has que pase

La joven sintió sus mejillas calientes por la vergüenza y con un empujón de la enfermera ingreso a la habitación. El hombre de ojos fríos la escaneó. Vestía el uniforme de los paramédicos y vaya que se veía muy bien.

— Yo solo venía a ver qué estuviera bien, y ya que lo está me retiro

— ¿Quién eres?– Pregunto levantándose–

— Amara Butler, paramédico... Yo...

— Así que eres quien me trajo, gracias. Wilson no deja de hablar de tí. —La joven se puso tensa al verlo tomar el bastón y caminar a hacia ella. –

— El doctor Wilson suele exagerar, me retiro. Me alegro que esté mejor

— Alto, Se que Wilson exagera a veces pero no contigo. Me dijo que has venido cada día y a cada hora que puedes para verme, ¿Debo suponer que te intereso?

Sus mejillas se volvieron a encender, la verdad era que al principio solo era rutina el venir, como con cualquier otro, pero por alguna razón comenzó a sentirse atraída por el hombre.

— No, yo solo...

— Ven, sígueme– dijo pasando de largo hasta la puerta–

— ¡Pero debe descansar!– se alarmó–

— Si sigo en esa maldita cama me encajare la intravenosa en el cuello

La chica a su lado soltó una pequeña risa y no objetó más y siguió al doctor hasta salir del hospital. Caminaron hasta llegar a un lugar donde las personas se dedicaban a correr.

— No está bien que saliéramos así

— ¿Por qué eres paramédico?– pregunto el sentándose en la banca–

— Desde siempre quise ayudar a los demás, y mi primer pensamiento fue salvar vidas, pensaba en ser doctora pero la carrera era demasiado costosa así que me prepare para ser paramédico.

— Interesante, patético pero interesante

La chica soltó una carcajada que sorprendió al médico. Técnicamente acababa de insultarla y ella se reía como si le hubiera contado el mejor chiste.

— Todo lo que dicen mis compañeros era verdad, es un cretino. – Lo miro– Es interesante...

Varios días después

— Busco a la señorita Butler– comento el doctor House un poco incómodo–

— Está... acaba de llegar– dijo la mujer señalando la entrada–

Giro su mirada hacia las puertas de la sala de emergencias y vio a la joven de ojos miel con el cabello revuelto y sangre en su uniforme, se acercó lo más rápido que pudo a ella.

— ¿Qué pasó?– pregunto serio–

— La sangre es de otra persona, y corrí tres calles para ayudar a otro. Estoy bien. ¿Tú lo estás?

— Si, ¿Sigue en pie la cena?

— No podría cancelarte, a menos que me llamen por una emergencia.

— Oh no nena, a mí no me cancelan nunca– le dedicó una sonrisa coqueta que hizo que la chica se sonrojara–

ProhibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora