Catorce: Buenas madrugadas.

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El viaje a casa de Oliver en su auto no había sido muy diferente a los de siempre, íbamos platicando de cualquier cosa. Solo que esta vez yo estaba consiguiendo marearme un poco, los efectos del alcohol habían disminuido un poco hace rato, pero ahora parecen aumentar, al igual que aumentaron mis ganas de abalanzarme sobre él y besarlo.

Pero soy una buena chica y me he contenido muy bien, seguiré así toda la noche.

Al fin llegamos a su casa y fuimos directamente a su habitación, por suerte lo iba siguiendo y no se había dado cuenta de mi ligero tambaleo. Durante el viaje me había asegurado de enviarle un mensaje a Darien diciéndole que ya estaba a salvo y a punto de dormir.

No fue una mentira, solo que no le dije que en vez de estar con Tamara terminé en la casa de Oliver, mañana me encargaré de aclarar eso.

—Te dejaré para que puedas dormir—dijo sacando de su armario su pijama y la que me había ofrecido el otro día mientras yo me quitaba la chamarra.

¿De repente hace demasiado calor aquí o soy yo?

—No me siento cómoda haciendo que duermas en tu sillón.

—No es tan malo, además eres mi invitada.

—Más bien soy una invasora—me acerqué hasta quedar frente a él—, en serio no quiero incomodar con mi presencia.

—Se podría decir que sí eres invasora, pero no negaré que me gusta tenerte aquí.

—No digas eso o invadiré tu casa más seguido.

—No me molestaría—me sonrió.

No puede ponerse a coquetear conmigo cuando estoy medio ebria y con muchas ganas de besarlo... aunque ahora que lo pienso ya nos hemos besado antes. No está de más agregar otro beso a la lista, ¿o sí?

Me acerqué un poco más a él y por suerte no se estaba apartando.

—Luego te vas a arrepentir de decir eso, puedo llegar a ser muy molesta—dije después de lo que para mí pareció un largo silencio.

—No lo creo—me estaba mirando fijamente.

Al diablo, quiero besarlo y voy a besarlo.

Acorté la distancia entre nosotros y al ver que no se alejaba uní nuestros labios. En el momento en que lo hice él me correspondió y llevó sus brazos alrededor de mi cintura, eso me dio suficiente confianza como para subir mis manos hasta su cuello y comenzar a jugar con su cabello.

Fuimos retrocediendo hasta chocar con su cama, pasé mis manos a su pecho y lo empuje ligeramente hasta que quedó sentado en su cama y aun así sin despegar nuestros labios logré sentarme a horcajadas de él y gracias a la posición sentí que estaba duro contra mi entrepierna.

Esta vez nos separamos a falta de aire, pero casi inmediatamente volvimos a besarnos.

Me gustan los besos de Oliver, de hecho creo que son adictivos y podría estar besándolo todo el día sin problemas, tiene una habilidad increíble para besar.

Bajó sus manos un poco más y eso me dio confianza a mí para moverme sobre él buscando un poco de fricción. Mis hormonas están gritando como locas que esto siga, y de hecho yo también quiero seguir y llegar hasta el final.

Pero al parecer él no porque subió sus manos hasta mis hombros y puso un poco de distancia entre nosotros, yo lo miré confundida.

—No voy a mentir, esto ahora mismo se siente maravilloso. Pero no quiero seguir con esto cuando es obvio que estás ebria.

—No estoy tan ebria—evidentemente si lo estaba ya que las palabras se me enredaron un poco.

Es eso o sus besos de verdad me afectan como para dejarme más tonta.

Adela.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora