CAPITULO 5
Finalmente el día de la gran fiesta llego, el gran salón de casa de los Staverley se encontraba bellamente decorado, lleno de flores blancas de diferentes estilos. El jardín también estaba lindamente decorado, al igual que el camino que daba a la entrada principal de la gran mansión. El salón comenzó a llenarse poco a poco, todos los jóvenes estaban ansiosos por ver bajar a la joven Señorita Staverley, la habían visto de lejos por las calles de la ciudad y los había dejado boquiabiertos con su belleza. La familia Wilmot hizo presencia en el salón y acompañándolos iba el Conde Demian Lemacks, que se sentía extrañamente nervioso por ver de nuevo a esa hermosa mujer que le había robado la tranquilidad.
Se llego la hora de que Caitlyn bajara, nadie ni siquiera su madre había visto el vestido que la chica había elegido para su fiesta de presentación, solo Victoria sabia como era en realidad y aun que en un principio se escandalizo un poco, después lo asimilo tranquilamente, como todas las locuras de su adorada Kate. De pronto los músicos anunciaron que la joven haría, finalmente pensaron algunos, la tan esperada entrada al salón. Todos se giraron hacia la escalera y segundos después la vieron aparecer en lo alto de esta, la gran mayoría se quedo paralizado, los caballeros por la belleza de la joven, las otras jovencitas por la envidia que les corrió nada más verla y reconocer que tendrían a una fuerte competidora y las señoras, sobre todo la madre de Caitlyn, por el vestido que tan elegante y descaradamente portaba su hija, sintió ganas de correr y jalarla hacia la recamara y obligarla a cambiarse, pero no podía hacer eso ya que significaría un escándalo mayor, mas del que por sí solo ya seria, pero ya hablaría con ella mas tarde y supervisaría de ahora en adelante cada uno de los vestidos de su atrevida hija.
Caitlyn sonrió a los presentes y Demian sintió que una punzada le encogió el corazón, si creía que no se podía ser más hermosa, Caitlyn acababa de sacarlo de su terrible error, ella estaba más que eso, parecía una diosa, una aparición, por dios tiene que ser irreal pensó, lo tenía atrapado, hechizado, sencillamente estaba embelesado por esa mujer de belleza indómita que les dedicaba una dulce sonrisa y una desafiante mirada.
El vestido azul zafiro, le hacía resaltar los bellos ojos azules y el cremoso tono de su piel, llevaba el cabello sencillamente recogido en un chongo a mitad de la nuca con ligeros mechones que se desprendían de la parte baja de esta, en la parte superior el cabello se le miraba como con ondas, en conjunto el peinado le otorgaba un aspecto de belleza natural, que en efecto tenia y que por eso mismo no necesitaba de largas horas de arreglo como el resto de las mortales…
El vestido tenía un corte muy sencillo, el talle llegaba a la cintura y de ahí se extendía una amplia falda de Shifon de Seda que caía ricamente hasta el piso, la parte alta de este era todo lo contrario, el corte Strapless fue lo que causo el grito ahogado de las señoras, nadie nunca se había atrevido a usar un vestido así, en la parte del talle una fina cintilla de seda con bordados en relieve de hilos de plata se entrelazaba desde la cintura hasta la parte baja del busto como si estuviera sujetándola.
Kate se detuvo en lo alto de la escalera y vio a su hermano y a su padre en medio del salón y entonces les dedico una sonrisa espectacular, de inmediato se escucho el wow que exclamaron los caballeros presentes al ver la belleza de la chica, y sin más, muy segura comenzó a bajar lenta y parsimoniosamente - le pareció al conde, quien sentía el enorme deseo de tomarla en brazos y sacarla de ahí, robársela de ser necesario – el padre de esta la esperaba al pie de la escalera para conducirla al centro de la pista y así dar por iniciado formalmente el baile, el pobre Sr. Staverley también estaba molesto con su hija, obviamente que la encontraba hermosa, desde siempre le había parecido así, una vez que Caitlyn llego a su lado y para tranquilidad de su padre, este se dio cuenta que debajo del escote una fina y delgada tela color piel cubría la parte superior del busto, pasando por los que desde lejos parecían unos desnudos brazos hasta llegar a las delicadas muñecas de la joven, ese sencillo y transparente pedazo de tela hizo que la molestia del Sr. Staverley se esfumara, al llegar al lado de su padre Kate le sonrió y este le guiño un ojo en complicidad, le ofreció el brazo y se dirigieron al centro del salón.