Oblivion - THORKI -TERMINADA-

Hasta que la muerte los separe

Loki había sido obligado a casarse con el príncipe de Asgard, siendo él príncipe de Jötunheim formarían una alianza aún mayor de que ya tenían con ese reino, ahora con un heredero.

Cuando pequeño, el cuerpo del Jotun era diminuto a comparación con los demás. Al nacer su madre creyó que moriría, pero con el paso del tiempo el pequeño fue creciendo sano y fuerte, claro que en un tamaño menor al normal para ellos. Su padre lo despreciaba por haber nacido tan pequeño, era una basura, una rareza, pero pronto su "rareza" le traería las mejores alianzas al Rey de Jötunheim, pues tan pronto se enteró de que su hijo a pesar de ser varón, podía concebir vida dentro de su ser, comenzó a hacer tratos para prácticamente "venderlo" convirtiéndolo así en una exquisita criatura para todos los reinos, quienes lo querían para que el Jotun este en concubinato en algún reino o como hizo el reino de Asgard; para ser el consorte real del príncipe Thor. 

El Rey Laufey acepto la oferta de Asgard, pues ganaría mucho con eso, ademas de una gran alianza, protección y muchas riquezas, se desharía de una vez por todas del estorbo de su hijo. Esto lo había hecho sin que su difunta esposa, la reina Farbauti se enterase, pues ella hubiera hecho todo por evitarlo, ella era la única que realmente amaba a su pequeño.

Cuando su madre murió, el joven Jotun fue encerrado en su habitación, a la edad de 6 años, lo que provocó que el joven creciera apartado de todos, encerrado, "protegido" según su padre, para que nadie le hiciera daño, hasta el día que partirían al reino de Asgard. El trato lo había cerrado solo con el Rey Odín, sin consentimiento de nadie mas.

Los días y años pasaron. Su cuerpo cambio, creció, elegante y hermosos como su madre, la magia y el recuerdo de su madre era lo que lo mantenía con vida, pues las golpisas por parte de su padre no ayudaban mucho, los hacia entrenar innumerables veces, siempre recordándole que moriría a manos de alguien mas fuerte que el, convirtiéndolo así en alguien sabio pues su mentalidad era fuerte al resistir tanto, los hechizos que sabia se fueron extendiendo conforme crecía y su cuerpo maduraba junto a su poder. Mientras su madre estuvo viva, ella hacia lo posible para mantener el reino a salvo, ayudando a cada habitante de ese reino tanto como podía. Hasta que enfermo aquel día y jamas volvió a levantarse de su lecho de muerte.

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Los años pasaron y llegó la hora del casamiento, Loki jamás había visto al príncipe de Asgard, o eso pensaba, pero sabía por los rumores, que era buen guerrero, no temía a la muerte y sus guardias que aun lo apreciaban y lo habían custodiado desde pequeño, que no era de temer, pero si podía ser buen marido "Vaya mierda". Era hijo único igual que él, Loki temía que él "príncipe" fuera brusco o lo tratara mal. Podía defenderse, claro que podía, pero no debía y su padre le había advertido de eso tantas veces, que ya estaba harto.

La apariencia de los gigantes de hielo no era de muy buen ver, por suerte, él era todo lo contrario, su madre había sido hermosa en vida, totalmente diferente a los demás gigantes y él había heredado mucho de ella, su agilidad en la magia también, muchas cosas, por no decir que todo. El Jotun era una criatura excéntrica debido a su estatura, su cuerpo y su condición de poder concebir vida dentro de su cuerpo, pero había una cosa que su padre no le había dicho a Odín, y era que había unas cuantas cosas que podrían impedir la llegada de un heredero, Loki debía tener un vinculo muy fuerte con su pareja para concebir, eso lo había averiguado por parte de los Jotuns hechiceros, quienes revisaron al pequeño, pero él ya tenía lo que necesitaba; protección, tesoros, alianza y quien se encargara del ser que tuvo por hijo, no tenia porque decirle eso al Rey Odín.

Llegaron a Asgard, Loki era escoltado por unos guardias de su reino, también iba su padre, lo había hecho vestir elegante, claro que eso a Loki no le molesto, ya que el era muy delicado y elegante como su madre lo había educado, pero no lo hicieran enojar, porque no le reconocerían.