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"Luka, tengo algo que decirte".

Lo había dicho con tanta seriedad que Luka, inconsciente de los pensamientos de su amiga, decidió que lo mejor era tomar un pequeño paseo a lo largo de las orillas del río.

Marinette, dubitativa, aceptó con aire constrito, sabiendo que sus palabras había sonado cuanto mucho, muy alarmantes.

Se obligó a serenarse, para así ordenar sus ideas y poder expresar mejor lo que sentía.

Sumidos en un tranquilo silencio, caminaron pausadamente contemplado al mismo tiempo la paz que, desde la última batalla, embargaba por toda la ciudad.

No había akumas, ni villanos. Por lo tanto, no había héroes.

Y más que todo, ya no existían pesadas responsabilidades.

Aún así, la sangre de la chica no dejó de pulsarle las muñecas. Con la boca seca, las manos inquietas y la mirada puesta en el suelo, se atrevió a romper aquella quietud.

—¿Cómo... Cuándo fue que...?

—Recibí el correo de la escuela hoy en la mañana —respondió Luka, adivinando sus palabras—. Sé que suena muy precipitado, a mí también me dejó sorprendido, pero supongo que están demasiado ansiosos de que comience cuanto antes —y para animarla, agregó—: creo que lo que más les impresionó, fueron los trajes que perfeccionaste para la banda. Así que debería darte a ti las gracias.

Sonrió, pero Marinette no lo acompañó en el gesto. Preocupado, él le señaló la sombra de un árbol, dónde descansaba una banca de madera en la cual esperaba que ella se sintiera más animada para conversar.

Regresaron a ese silencio quieto, y cuando se sentaron tampoco se dijeron nada, tan sumidos en las reflexiones de cada uno que tardaron varios segundos antes de que él soltara la primera frase:

—Te voy a extrañar mucho.

Para Marinette, eso causó que un sabor amargo le inundase la boca.

—Y yo a ti.

—Fue divertido trabajar contigo, echaré de menos ser Viperion.

—Siempre te veías genial como Viperion —confesó con un leve rubor en las mejillas—. Me gustaba cómo te quedaba el traje.

—¿Incluso ese movimiento que hacía con la muñeca? —rió—. Siempre pensé que se veía genial, pero en cuanto me mostraron mi propia transformación, sentí que en realidad tan solo era una diva disfrazada de serpiente.

—No, en serio te quedaba muy bien.

—Pues te lo agradezco, me has librado de una enorme duda.

Se permitieron reír un poco. De pronto, Marinette supo cómo debía empezar aquella conversación.

—Ojalá hubieras sido mi primera opción la vez que te ofrecí el miraculous —se lamentó sin atreverse a mirarlo directamente—. Tú y Sass se complementaron tanto que pude haberme ahorrado... Varias equivocaciones.

—No podías saberlo sin antes tener que meter la pata, Marinette —le rascó la coronilla de la cabeza—. Ser Ladybug no te hace libre de errores.

—En eso tienes razón —se mordió los labios, y entonces, clavó sus ojos en los del chico. Cuando habló, lo hizo con tal seguridad que Luka recordó por qué la había reconocido, incluso siendo la famosa Ladybug—. Luka, debes irte.

Él abrió mucho los ojos, luego arrugó el ceño, demasiado confundido.

—A Japón, ya lo sé.

Luka, tengo algo que decirteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora