Capítulo 3

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ATWELL GARDIEN

Ya había transcurrido alrededor de unos veinte minutos desde que me fuí con Harriett, ninguna había dicho nada al respecto; ya se me había pasado mi ataque de pánico y estábamos cenando con su abuela.

Cuando los padres de Harriet se divorciaron hace siete años, ninguno quería la custodia completa, ya que decían que querían “vivir su vida libremente”. Entonces su abuela no dudó en ofrecerse a cuidarla. Es una persona muy buena, nunca juzga a nadie y es una anciana bastante divertida, la considero una abuela para mí también.

—Entonces, Atwell, cuéntame ¿Tienes algún novio o novia de quién quieras contarme? —dijo con una sonrisa la Señora Juliette.

Yo me reí un poco. Siempre me hacía la misma pregunta, y no me molestaba, a diferencia de mis abuelos sanguíneos a ella no le incómoda mi sexualidad.

—No, Juliette, aún nadie especial en mi vida, creo así estoy bien por los momentos —la miré cómplice y sonreí pícaramente— ¿Qué hay de tí? ¿No aparece ningún hombre atractivo y divertido en tu vida que te acompañe en tus aventuras?.

Harriett me miró fijamente y trató de compartir mi diversión, pero se notaba que no se siente bien, seguramente sigue preocupada por lo de hace rato, ella quiere hablar.

—¡Oh no, cariño! Ninguno logra alcanzar mi nivel de estándares, creo que mi difunto marido será el último hombre en mi vida. — dijo alegremente. A diferencia de lo que uno pudiera pensar, ella ama hablar de su difunto esposo, siempre ha dicho que la hace sentir feliz.

Terminamos de comer y ayudamos a lavar los platos, luego la abuela se fué a la sala a ver una de sus telenovelas, nos quedamos solo Harriet y yo.

—Cuéntame —dije mirando a Harriett y ella se quedó pensando un segundo.

—Vamos, hay que hablar —mencionó mientras caminaba hasta su habitación seguida por mí.

Entramos a su cuarto y nos sentamos en su cama, ella me miró seriamente y luego sonrió ligeramente. Yo la observé.

Harriett y yo somos tan diferentes. Externamente; ella es morena de ojos verdes, cabello negro con unos rizos naturales perfectos y un cuerpo definido. Yo por otro lado soy de piel blanca y ojos azules; cabello castaño que no termina de ser ni muy lacio o muy ondulado, soy delgada, pero tampoco tanto, mi cuerpo es bastante común. Cada una es hermosa a su manera. Internamente siempre hemos tenido una gran conexión, nos complementamos la una a la otra, ella es como mi hermana, nos conocimos cuando teníamos doce años y desde ese entonces somos inseparables.

—¿Cómo te sientes? —preguntó refiriéndose a lo del ataque de pánico. Yo sonreí enormemente.

—Lista para patearle el culo al mundo.

Ella soltó un risa ligera.

—Me alegra escuchar eso —hizo una pequeña pausa y prosiguió— ¿Me puedes contar que ocurrió?.

Yo observé mis uñas un segundo tratando de atar lo hilos en mi cabeza.

—La verdad ni yo lo sé. —observé el techo concentrándome— Primero fué ese sueño extraño del otro día, desde ese entonces me siento insegura por algún extraño y tonto motivo. Luego esta tarde estoy casi segura de que alguien entró a la casa —bufé— y encontré esa estúpida carta. —puse mi cabeza en la almohada en un gesto de cansancio.

Paranoia (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora