Capítulo 9

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Llevo conmigo a la señora Margaret y a sus hijos, mi amigo y Alicia se fueron al cementerio por mi auto. Vamos en la camioneta de Raúl y agradezco que los vidrios son completamente polarizados y no dejan bien a los ocupantes. Varias personas se acercan al vehículo mientras esperamos que las rejas se abran y golpean los vidrios y las puertas mientras gritan y sostienen pancartas en sus manos. La rabia crece en ese momento sabiendo el montaje que han preparado para destruir a Sarah.

El portón se abre e ignoro a la muchedumbre y entro despacio hasta ir por el camino que lleva a la mansión. Mi corazón se agita, no veo la hora de ver a Sarah y decirle la verdad.

-Tranquila señora Margaret, nada malo va a pasarle- Digo abriendo la puerta, ella duda unos minutos antes de bajar junto con sus hijos. Los tres abren sus ojos al ver la casa y empieza a mirar todo a su alrededor.

-¿Vamos a vivir aquí mamá?- Pregunta una pequeña de unos diez u once años, la mayor de los niños.

-No cariño, venimos a ver a alguien- Dice su madre.

-¿Podemos recorrer el lugar?- Pregunta el más pequeño.

-¡Claro que no!- Su madre sujeta con fuerza sus pequeñas manos como si se les fuera a perder.

-No se preocupe señora Margaret, le diré a una de las empleadas que les muestre el jardín, hay bastante espacio para que puedan jugar-

-¿Cómo creen?- Dice alarmada -¿Qué tal si llegan a hacer algún daño?- Niega con su cabeza.

Decidí no decirle nada,  le pediré a Roberto o a algunos de los empleados que atiendan a los niños. Abro la puerta para que pase junto con sus hijos, los tres miran con asombro el lugar y los guio hasta llegar a una sala. Leticia, una de las mucamas aparece y le pido que prepare algo para la señora y sus hijos y ella asiente saliendo hacia la cocina.

-Voy a llamar al señor Bennett y a su hija- Asiente y se sienta con cuidado en uno de los muebles, es como si temiera en estropear algo de la sala – Este tranquila señora Margaret- Digo acercándome a ella – Debería soltarle las manos a sus hijos, no se da cuenta pero los está lastimando- La señora Margaret abre sus ojos y mira a sus hijos soltando sus manos asustada, no se había dado cuenta que la tensión que sentía estaba lastimando a sus hijos con sus manos.

-Lo siento cariño- Dice nerviosa acariciando cada mano de sus hijos.

Me doy la vuelta y subo las escaleras y voy a la habitación del señor Bennett que está primero.

-Señor Bennett- Toco la puerta y Roberto abre la puerta haciéndose a un lado para que entre.

-Cuantas veces te he dicho muchacho que no me digas señor Bennett, soy tu suegro y llámame Andrew o puedes llamarme padre- Sonríe.

-Andrew, necesito que baje- Digo un poco nervioso – Hay algo que tiene que saber-

-Me estás asustando muchacho- Se levanta de su pequeño escritorio -¿Qué sucede?-

-En la sala le digo, iré a buscar a Sarah- Me doy la vuelta para ir a buscarla.

-Ella está dormida, no se sentía bien y decidió irse a descansar- Pienso un momento si ir a buscarla, anoche no durmió nada porque yo no la deje, hicimos el amor hasta casi el amanecer.

-Entonces dejemos que duerma, venga usted por favor-

Roberto junto con el señor Bennett bajan las escaleras, yo me siento ansioso, nervioso porque no quiero que esto afecte la salud de mi suegro al saber la verdad.

-Quiero presentarle a la señora Margaret Gaumth, viuda de Cristian Gaumth- Digo.

-Imposible, yo conozco a la viuda- Dice Andrew –Es más, ella vino esta mañana y le di un cheque por 20 millones de dólares para que deje en paz a mi hija y de hacer sus escándalos- La señora Margaret abre sus ojos.

SálvameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora