infinito desastre

Capítulo 2

•L
*salón 11*
llevaba al rededor de 30 minutos buscando mi maldito salón y parecía qué no existía, me topé con un par de personas y al preguntarles lo único que soltaban era "perdón, tengo prisa" "perdón, estoy llegando tarde" y el único chico con el que logré tener una "conversación" literalmente me bañó en café, sorpresivo, empezamos muy mal con mi nueva vida y llegando tarde como siempre. Suspiro inevitablemente de la desesperación, y sigo caminando por el campus, encuentro la enorme sección *administración de empresas* muy bien, esto es un paso para mi y para la humanidad. entro y sigo buscando con la mirada el salón *3* *4*

- es tu primer día ¿no? - reconozco la engreída voz, el chico de hace rato, quien más. no respondo. - si hablaras y dejarás de ser tan antipática, probablemente te podría ayudar. - lo miro con cara de irritación y frustración.

- ¿por qué no te metes en tus cosas?- rueda los ojos - ¿no te bastó con dejarme la ropa llena de café? ni siquiera sé si quedé con algún tipo de quemadura por tu culpa - suelto irritada y él sonríe burlón. la primera persona que conozco en este lugar, y ya me siento irritada, este será un semestre bastante largo.

- ¿por mi culpa? pero si quien apareció corriendo y chocó conmigo fuiste tú - ruedo los ojos - ya, aparta los humos y déjame ayudarte - extiende la mano para intentar convencerme de entregarle la hojita que marcaba mi salón, después de un par de suspiros más, cedo y él la recibe. no puedo seguir perdiendo el tiempo con lo tarde que voy. Alto, tez bastante clara, cabello cubierto con un gorro azul, sudadera roja y pantalón oscuro. Me mira, notó luego de que literalmente me arruinó la ropa, sus ojos verdes, brillantes. Camina y lo sigo a su costado, esperando encontrar el maldito salón que parecía se había tragado la tierra.

- ¿si sabes dónde está el salón? digo, porque sino lo sigo buscando yo sola - hablo irritada, no tengo tiempo para que inspeccione cada minúscula parte del papel.

- ¿siempre eres así de irritante? - suelta levantando la mirada. - estoy tratando de ayudarte y tú ni siquiera sabes esperar. - me mira con irritación, ruedo los ojos con la misma actitud.

- no soy la más irritante de la sala al menos - suelto, divisó en la parte derecha "salón número 11" bingo, camino hacia el salón sonriendo sin abrir la boca y con demasiado alivio.

- ¿ni siquiera vas a darme las gracias, niñita engreida?  - dice con exasperación - ¿o no te enseñaron a agradecer? - me rio con sarcasmo.

- cómprate un mapa y piérdete, la próxima vez recuerda que debo ser yo, quien te arruine tu sudadera de las grandes ligas - me volteo.

- inventada - escuchó justo detrás mío.

- acabo de conocerte y a penas cruzando palabra me doy cuenta qué realmente no puedes ser más idiota - lo miro y seguido, abro la puerta de mi salón. adentrándome en él y divisando por el rabillo de mi ojo derecho, cómo suspira irritado, para mi mayor sorpresa, entra después de mi. ¿está en este mismo grupo? lo único que me faltaba. bufo, y busco un asiento entre los tantos, libre, encuentro uno en las últimas filas, al lado de una chica de cabello oscuro. lo tomo, y acomodo mis cosas.

- el correcto funcionamiento de las empresas, depende en gran medida de sus normas - ya la el que al parecer, será uno de mis tantos profesores. reviso el temario que gracias al cielo, leí ayer mientras desayunaba, según esto, estoy en derecho empresarial. muy bien.

El transcurso de esa clase y las demás, se basa en distintos profesores proyectando diapositivas y hablando sin parar, mientras yo tomo todos los apuntes que me es posible. en uno de los tantos cursos que comparto con el chico desconocido, sentía sus miradas sobre mi, y al devolvérselas, siempre las apartaba. me tocó en la mayoría de clases junto a la chica de cabello oscuro, su nombre era Elisa, me contó que era parte de el grupo de porristas y que si quería integrarme, las audiciones terminaban en una semana. me lo pensé dos veces, que mejor escapatoria de mi descontrolado mundo, que un grupo de porristas.