II

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No sabía cuanto había pasado, aunque al ya no sentir movimiento supuso que estaba en un sitio diferente. A su nariz llegó el olor a sal, aunque este estaba mezclado con un raro toque metálico, extrañado hizo un esfuerzo por abrir sus ojos, por suerte fue más fácil que la última vez, consiguiendo al fin un panorama más claro de su situación. Una tenue luz sobre su cabeza se encargaba de iluminar su alrededor, lo primero que noto fue un símbolo dibujado bajo sus pies, tras alzar la cabeza se encontraría rodeado por gruesas paredes de hierro, las cuales estaban cubiertas de símbolos, al menos ya sabia el porqué de ese olor. Trato de ponerse de pie, pero algo retuvo sus muñecas, confundido vería que estas se encontraban sujetas por unas esposas a una silla de metal. Estaba por arrancarlas cuando la gran y pesada puerta frente a él se abrió con un chirrido, dejando ver a los dos humanos que le habían ayudado tras su caída. Dean al verlo consciente diría irritado:

—Vaya, despertaste. Tienes suerte de no haber dejado nada que no pueda limpiar en mi auto.

—¿Qué es lo que quieren de mí?

—Solo queremos asegurar de que no eres un peligro —. Prometió Sam.

—Prometo que no lo soy.

—Eso lo decidiré yo —. Entendía la desconfianza de ambos, los humanos no se caracterizaban por su buen trato hacia aquello que no comprendían, pero eso no quitaba que le desagradece la actitud de ese en particular —. ¿Cómo diablos acabaste tirado en pleno bosque?

—Estaba herido, debí de desmayarse mientras huía.

—¿Quién te ataco?

—Ángeles —. La risa de Dean no se hizo esperar, Castiel sentiría la clara burla detrás de esta, pero se contuvo a responder de una manera violenta.

—Lo preguntaré otra vez, ¿quién o que te ataco?

—Fueron ángeles, me sorprendieron y no tuve más opción que huir. Hubiera muerto si no.

—Eso no es posible, son solo historias, los ángeles no son reales —. Refuto Sam.

—Te lo aseguro, son muy reales. Yo soy uno de ellos —. Quería seguir riéndose por las absurdas respuestas que les estaba dando, pero una mala mirada de su hermano le obligaría a intentar contenerse.

—Si eso cierto, ¿por qué te atacaron?

—Yo, no lo sé. Ellos no lo dijeron... —. La respuesta del de gabardina hizo colmar la poca paciencia del Winchester mayor. Se colocó a centímetros de su rostro con una mirada amenazante buscando intimidarle, sin embargo, Castiel ni se inmutó ante esta haciendo que la rabia de Dean aumentase.

—Hagamos esto más sencillo. Sigue mintiendo y nosotros tendremos que hacerte hablar, o puedes decir la verdad para así poder matarte de una vez.

—Siento decepcionarte, pero dudo que puedas matar a un ángel.

—Créeme, te sorprenderías de las cosas que he matado. Y no estaría mal agregar un falso ángel a la lista.

—Soy un verdadero ángel —. Siseo. Sin paciencia por la arrogancia del humano.

—Si claro, y yo soy Dios —. Las luces del cuarto empezaron a fallar distrayendo a los hermanos, en un veloz movimiento Castiel arranco las esposas, destrozándolas en el proceso. Una fuerza invisible lanzó a Dean contra la pared reteniéndolo, vio al otro ponerse de pie notando como detrás de él, justo antes de que las luces estallasen, la sombra de unas grandes alas se alzaba.

—Pensé que a tu especie se le había dejado en claro que el nombre de mi padre no debía ser usado en vano —. Gruño, al sentir como algo perforando el cuerpo de su recipiente bajo la mirada, encontrando en su ropa agujeros de bala. Sam, que ya había vaciado medio cargador en el ángel, sintió el miedo reptando por su espalda cuando este le miró directo a los ojos. Y al igual que su hermano fue azotado y clavado a la pared.

Black WingsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora