Ocho: Cielo

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Soobin dejó el papel amarillento a un lado y abrazó con fuerza a su novio ya que este había comenzado a llorar desde la lectura de la primer carta.

El menor si bien se había sentido preocupado por los pensamientos que invadían la cabecita del rubio, este último insistió en seguir leyendo porque se creía fuerte como para hacerlo.

Oh... que iluso era.

Yeonjun era la mejor definición de caos, ya que a pesar de ser sostenido por los fuertes brazos de su pareja, el mayor apretaba contra su cuerpo esa pequeña cajita que le hacía sentir mas cercano el recuerdo de sus difuntos abuelos.

—Amor… vamos, deja eso y descansemos. —Murmuró sobre sus cabellos, al mismo tiempo que acariciaba su cintura por encima de la tela del pijama. 

Yeonjun no quería soltarla, no quería sentir que los volvía a alejar.

—Escucha mi vida, mañana seguiremos leyendo, ¿Sí? Ahora necesitamos descansar porque esto no te esta haciendo bien ni a tí ni a mí.

El rubio miró con los ojitos llorosos a su pareja y terminó por hacerle caso, guardando las cartas dentro de la caja entre débiles sollozos.

Una vez que la cerró, la puso sobre la mesita de luz y volvió a acurrucarse contra su novio. Ahora mismo se sentía vacío, recordaba los fugaces momentos en que sus dos abuelos jugaban a las escondidas con él o preparaban sus galletitas favoritas. Le dolía el pecho y no podía controlar el llanto, su garganta parecía que iba a desgarrarse del ardor si no paraba pronto. 

Soobin apretó sus labios y abrió las sabanas de la cama para poder meterse dentro y estar calentitos. Observó la ventana cuyas cortinas estaban abiertas y admiró el cielo. La noche estaba despejada, las nubes eran casi imperceptibles y la luz de la luna iluminaba todo el cuarto. 

Claro que le dolía ver a su mayor así, no solo por el hecho de verlo llorando desconsoladamente sobre su pecho. Sino, porque conocía el dolor, el ardor y la impotencia invadir por completo su cuerpo.

Soobin vivió en carne propia el miedo.

Escuchó hace tan solo unos años la historia de amor de sus padres así como Yeonjun lo estaba haciendo a través de cartas con sus abuelos.

Sin embargo, decidió que ahora no era el momento adecuado para ponerse triste por ese tipo de cosas, ya que a pesar de ser adoptado y reconocer que las personas que posee como figuras paternas no son con las que realmente comparte sangre, se siente agradecido.

Porque ellos le dieron un hogar, le dieron fortaleza y mucho amor. Ese amor que ahora el quería transmitirle a su pareja para que no perdiera la fuerza.

Una vez que ambos chicos se acurrucaron bajo las gruesas mantas, se abrazaron y entrelazaron las piernas como acostumbraban hacer. La cabeza de Yeonjun descansaba cómodamente en el pecho de su menor, sintiéndose tranquilo e intentó calmar su llanto cuando los brazos de su novio lo abrazaron por la cintura, atrayéndolo más a su cuerpo. 

—Amor… tranquilo… sh.. —Calmó Soobin acariciando con una mano los cabellos rubios del chico y con la otra la delgada cintura que lo volvía loco. 

—Perdón… —Contestó Yeonjun entre hipidos y el corazón de Soobin se estrujó. 

Odiaba verlo de esa forma. La carita roja e hinchada a causa del llanto, su cuerpo temblando a causa de los espasmo y sus delicadas manos apretando la camisa de su pijama con fuerza. Soobin detestaba verlo tan débil e ido. Quería protegerlo y sacarle todo el dolor de encima, porque si fuese siquiera posible, el absorbería todo ese dolor y malos sentimientos. Haría lo que fuera posible por ver a su adorable novio sonreír. 

Turn Back Time [Taekook] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora