Esta ultima noche creo que ha sido una de las mas frías, en mi cuerpo creo que si aun queda un poco de calor seria algo extraordinario, solo el ruido de la lluvia apagaba el delicado llanto de mi corazón, si el aun sigue vivo es por necio, si yo aun estoy vivo es gracias a mi imaginación. El único espacio que el frío no toco fue mi mente, en este tipo de situaciones ella es mi mayor fuente de calor. Puedo sentir un pequeño rayo de luz sobre mi mejilla, puedo escuchar un eco que viene del exterior, ¿estoy soñando?.
- Despierta, ya es de mañana-dijo una hermosa voz-.
- ¿A donde se han ido las estrellas?-preguntó otra voz que reconocí, es mi corazón-.
- En algún lugar del espacio, ellas van a dormir durante el día mientras su rey hace gala de todo su esplendor.
- ¿Mi estrella esta dormida?
- Despierta, ya es de día.- volvió a decir la voz omitiendo la última pregunta-.
- Estoy soñando -alcancé a pensar, era imposible que alguien estuviera buscándome dentro de un corazón helado, pero poco a poco la voz la oía mas cerca, al abrir mis ojos pude observar la extraña persona que se encontraba frente a mi observándome con una mirada cálida y reconfortante-.
Aquella persona era una chica, sí era una chica, pero no una chica común, no era muy alta, su cabello como el oro brillaba ante mis ojos, éste descendía y cubría gran parte de su cuerpo hasta llegar a sus caderas mediante ondulaciones voluminosas, vestía un vestido azul que descendía hasta la planta de sus pies. Lo que mas me impactó de ella fue su rostro, rodeado de su cabellera se encontraban sus ojos, en ellos parecía estar reflejado su vestido azul, su boca se movía delicadamente mientras pronunciaba cada palabra, y sobre su mejilla se encontraba una lágrima grabada en color plateado. Aquella chica me sonreía a pesar de su perpetua lágrima, yo solo quería estar a su lado, estar a su lado y llorar. Desahogar el llanto que le ocultaba a mi corazón, abandonar las lágrimas que empañaban mi vista, los mismos ojos que ayer brillaban parecen haber sido víctima de una tormenta que se llevó todo rastro de amor.
Aun lloraba, sentí su calidez en mi mano, me sostenía, me levantaba, poco a poco me ayudó a ponerme en pié, con una punta de su vestido secó mis lágrimas, mientras la lágrima de su mejilla parecía brillar.
- Los atajos a veces nos alejan del lugar indicado, muchas veces a donde vamos no es donde debemos llegar.- dijo mientras me tomaba de la mano para caminar-.
- El lugar indicado.-Pensaba mientras ella continuaba hablando-.
- Los sentimientos pueden ser como el viento, tan suave que acaricia la flor, tan fuerte que derriba el árbol gigante.
- Aun no entiendo lo que usted quiere decir.
- No entenderás lo que sientes, y aun así puedes decidir sobre aquello que has sentido, sí, hay algo que es posible, siempre puedes ir en contra del viento.
-¿Pero que hay del que derriba los árboles?
- El árbol permanece plantado en el lugar, tu tienes algo que el árbol casi carece por completo, tu tienes libertad.
- La libertad no me da la fuerza para resistir el viento, no evita que estas lágrimas se apoderen de mi.- dije sin poder evitar un sollozo-.
- Pronto lo entenderás, tienes un camino que recorrer, de ti depende cuan largo pueda ser.- me dijo mientras tomaba en sus brazos a mi corazón y caminaba en una dirección que desconocia-.
Solo me atreví a seguirla, no había un sitio claro a donde ir, pero ella parecía saber a donde se dirigía, parecía conocer cada lugar de mi corazón, sentía que puedo confiar en ella mi dolor. No tenia una palabra que decir, seguí el camino en silencio al lado de esta misteriosa mujer, luego de un rato se detuvo, dirigió su mirada hacia mi, y luego hablo calmadamente.
- Debo de llegar hasta aquí, tu camino sigue por allá.- Dijo señalando hacia unas montañas-.
- El camino es duro, apenas yo podre pero mi corazón no resistirá.
- Lo siento pero debes seguir solo desde aquí.
- ¿Y dejar a mi corazón?
- El no estará solo, y tu ¿realmente lo estarás?
- P-pero...- No pude alcanzar a pronunciar otra palabra, ella dio media vuelta con el corazón envuelto en sus brazos, y comenzó a caminar, con cada paso se desvanecía y antes de perderla de vista solo alcancé a decir una ultima cosa.- ¿quien eres?.
- Nos volveremos a encontrar, entonces lo sabrás.- dijo esto perdiéndose entre el eco de sus palabras-.
Sus palabras se quedan conmigo, estoy solo, aun así debo continuar, las montañas se ven tan cerca, aunque el camino no parece terminar, ellas se elevan hasta el infinito, donde se pierde de vista la realidad.
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Viaje al Centro de Mi Corazón
RandomUn viaje con destino a descubrir los secretos del corazón, donde hay que enfrentarse a los sentimientos y a los monstruos interiores.