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Durante todo el camino su celular no había parado de sonar, más lo ignoró. Su mente estaba enfocada en otras cosas.Cuando finalmente aparcó, sacó sin ganas el aparato de uno de sus bolsillos y visualizó el nombre de Jungkook en una de sus muchas llamadas perdidas.
Talló sus ojos cansancio y se dispuso a bajar de su motocicleta. No podía atender a nada sin que la discusión que había tenido con el pelirosa hace unos días taladrara su cabeza.
Indeciso, bajó de su motocicleta y presionó el timbre de la puerta frente a él. Dos, tres, cuatro veces había tocado y nadie había respondido. Había sido idiota por olvidar las llaves desde la última vez que estuvo ahí adentro.
El frío empezó a colarse a través de su ropa. Marcó un número en su celular y habló cuando su llamada fue tomada.
–Jimin, soy Yoongi, abre la puerta que me estoy congelando el trasero aquí afuera.– colgó sin darle tiempo para responder y guardó el teléfono en su bolsillo de nuevo.
Dentro del departamento, Jimin bufó y cubrió su rostro con la almohada frustrado. No quería ir a abrirle a la puerta. No tenía por qué abrirle. No sabía que hacía Yoongi parado ahí afuera. Desde que pelearon aquella noche no llegó a creer que el azabache se volvería a aparecer por ahí.
Desde lo que sucedió, Jimin se sentía avergonzado. Realmente avergonzado. No le gustó para nada la idea de que lo vieran en un estado tan humillante y deplorable como en el que estuvo. Menos que lo hubiera presenciado una persona que conocía desde hace nada como lo era Yoongi.
Se sintió estúpido por tener que haberse refugiado en alguien como lo era él. Sabía muy dentro de sí que esa noche no debió dejarse llevar y llorar literalmente entre los brazos de Yoongi, con el cuál estaba enojado por la actitud tan... "Preocupada" y extrañamente amable que tuvo cuando estaban en su departamento aquella vez. Pensarlo solo lo confundía y lo descolocaba más.
Justo en ese momento el tono de llamada de su teléfono logró apartarlo de sus pensamientos. Bufó y contestó.
–Mira, Fresita, en serio voy a derrumbar la puerta si no te apresuras...
–Dios mío Hyung, hay una llave abajo del tapete de la entrada, tómala y deja de quejarte, Hyung amargado.– ahora fue él el primero en colgar.
Tomó un suéter de cuello alto y se metió al baño en caso de que Yoongi ya hubiese entrado. Y al parecer acertó ya que alcanzó a escuchar el portazo que pegó al cerrar la puerta.
Ese idiota debería ser más cuidadoso, no está en su casa. Pensó.
Se miró al espejo y su cuerpo dió un espasmo cuando éste reflejó las marcas de mordidas y moretones en su cuello, éstas parecían desvanecerse día tras días, pero el dolor en su pecho no disminuyó desde aquél día. Finalmente, se colocó el suéter y se dirigió a la sala en dónde se encontraba Yoongi recostado comiendo un pedazo de pizza.
