Capítulo 1

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| Samantha |

Las olas se movían tranquilamente. El mar se encontraba sereno. Leía pacíficamente, sentada en la misma roca de siempre hasta que el atardecer apareció. Camine hacia mi casa, la cual se encuentra un poco retirada de la playa. Llegué y guarde mi libro para después cenar algo, ya que no había comido mucho en todo el día. Fui a la cocina, me asomé en la alacena pero no había nada. Era de suponer, tenía como 2 semanas que no compraba nada.

Decidí ir a comprar algo porque realmente tenía hambre. Me puse mi sudadera, tome las llaves, el poco dinero que podía gastar y salí corriendo al supermercado más cercano. Ya era de noche y no quería que algo malo sucediera. Tenía suficiente con los problemas que ya tenía, no quería agregar otro más. Al llegar fui rápido a la sección de lácteos, agarré leche. Después fui a los cereales y agarre el clásico de hojuelas de maíz. Con eso podría desayunar mañana y ya no gastar más dinero, que no era mucho el que me quedaba. Me sentí a salvo cuando entré a mi casa, que es más bien un pequeño cuarto pero era lo único que tenía.

Al siguiente día opte por salir a caminar para distraerme un poco. Tal vez y encontraba trabajo. Iba caminando por las calles de la ciudad, cuando sentí que alguien caminaba muy cerca de mí. Me detuve esperando que la otra persona también lo hiciera, pero no sucedió. Solamente me rebasó y siguió su camino.

Estaba paranoica. ¡Por dios!

Seguí caminando, ya más tranquila después de mi pequeño ataque de pánico. Pero de repente volví a sentir la cercanía de alguien más. Me tranquilice pensando que sucedería lo mismo que hace unos minutos. Sucedió todo lo contrario.

Al siguiente instante me encontraba pegada a un árbol y enfrente tenía un hombre que me sacaba media cabeza, un pasamontañas negro, sus ojos parecían del mismo color. Me quedé aterrada. Entre en shock, no sabía qué hacer. Y en eso sentí algo frío y filoso contra mi garganta, me asuste aún más, pero tenía que hacer algo.

Y lo hice.

Le pegué en sus partes bajas y soltó la navaja, empecé a correr y correr. No me detenía. Hasta que sentí como se me echaba encima y caía al suelo. Patalee hasta que él se quitó de encima y pude retroceder pero sentí como me ardía la pierna derecha, vi que me había atacado con la navaja. Volví a levantarme como pude y empecé a correr.

Dolía como no tienen idea. Y aún así continúe, no podía detenerme.

Hasta que no pude más y me recargue en lo primero que tuve al alcance, una lámpara pública y me fui resbalando hasta el suelo. Intente sacar mi celular y llamar a una ambulancia pero no pude. El dolor era muy fuerte. Estaba temblando y mi celular resbalo de mis manos. Mis ojos empezaron a cerrarse, no quería, pero me venció el dolor.

De repente, todo se volvió oscuro.

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